Al igual que el actor argentino Arturo Goetz, Andrés Wood estudió economía, pero se le abrieron las puertas del cine, un mundo alejado del universo de las finanzas. Wood no tiene una respuesta certera para justificar el cambio, pero arriesga que de “perdido por la vida, pero agradecido de encontrar un espacio donde finalmente es un privilegio contar historias mías y de mi país para otros”. Al señalar la palabra “privilegio” resulta inevitable preguntarle sobre cómo es la actualidad del cine chileno y si es difícil filmar. Wood explica que es “auspiciosa en muchos sentidos” porque “hay una cantidad de jóvenes haciendo películas interesantes, hay muchas escuelas de cine que hace veinte años no existían”. Pero a la vez, “hay un problema importante de distribución y de llegada al público chileno”. El cineasta reconoce la importancia de la resolución del Instituto de Cine argentino que estableció un régimen de aranceles para la exhibición de films extranjeros como una manera de atenuar el impacto de los lanzamientos masivos de los denominados tanques hollywoodenses. “Me parece genial, porque finalmente estamos sujetos a una especie de dictadura de contenidos que es muy difícil romper”, señala.