El teatro atrapó a Zaida Rico y Susana Hornos en distintas edades y hasta hoy no lo abandonaron. Rico nació en Madrid pero fue llevada a los tres años a Altea, un pueblo de Alicante (Valencia), donde vivió hasta que comenzó sus estudios, nuevamente en Madrid. La primera experiencia de Hornos al dejar su pueblo fue estudiar Derecho, pero en la mitad de la carrera sintió el llamado de la escena. “Terminé siendo abogada y actriz”, cuenta. Ingresó a la Escuela de Arte Dramático de Zaragoza, capital de Aragón y ciudad con tradición literaria y vanguardista. Se inició en la compañía Teatro de la Estación y a partir de entonces no dejó de formarse artísticamente. Por su lado, Rico estudió baile clásico desde los tres años hasta los dieciséis, pero a la danza le faltaba algo, y eso era teatro. Comenzó en su pueblo hasta que, finalizado el secundario, ingresó a la Escuela Superior de Arte Dramático de Valencia. Sus padres y algunas de sus profesoras le aconsejaban especializarse en alguna carrera, en “algo más concreto”. Le insistieron tanto que ingresó en Psicología, pero no cursó siquiera un año completo. Y siguió en la escena, donde se siente a gusto, porque –resume– “lo bueno del teatro es que admite todo, tus saberes, tus miedos y alegrías”.