La versión israelí de GH será objeto de debate en el Parlamento (Kneset) e investigada por una comisión especializada de la Autoridad de Radio y Televisión, luego de que un diario informó que algunos de sus participantes recibieron medicación psiquiátrica. El escándalo, que ocupó la portada del suplemento de entretenimiento y ocio del diario Yediot Aharonot, surgió hace unos días a raíz de las denuncias de participantes de ediciones anteriores. “Jugaron con nuestro cerebro”, aseguró uno de ellos sobre los tratamientos que recibieron en secreto cuando entraban al confesionario. Allí, al quejarse de que no podían más y querían salir del programa, el “Gran Hermano” los derivaba a un psiquiatra que “decidía la administración de medicamentos”, informó el diario.

“Lo que se vio allí era una persona drogada, inducida y encarcelada”, declaró sobre sí mismo Saar Sheinfein, participante de la segunda temporada y a quien administraron píldoras para casos extremos.

Sheinfein aseguró que “al ver Gran Hermano la gente cree ver la realidad, pero con sus mensajes SMS lo único que hacen es votar por candidatos robotizados”. Otros candidatos confirmaron al Yediot Aharonot que fueron obligados a firmar un contrato en el que se comprometían a tomar las pastillas que les recetara el psiquiatra, un conocido médico que trata a famosos y que el año pasado estuvo en el epicentro de otro escándalo. La Autoridad de Radio y Televisión israelí inició un expediente de investigación a los productores por presuntas irregularidades y violación del código ético, aunque éstos desmienten las acusaciones. El escándalo llegará al Parlamento para un debate especial sobre ése y otros realities, una moda que cautiva a jóvenes y adultos israelíes, quienes, al igual que en los demás países, ven en ellos una forma fácil de alcanzar la fama. La Kneset analizará también si este tipo de programas, en torno de los que giran millonarios presupuestos, no son una estafa al espectador.