Lunes, 16 de abril de 2012 | Hoy
LITERATURA
En narrativa hay al menos dos hijos de militantes políticos que publicaron cuentos y novelas muy significativos: Félix Bruzzone con 76 y Los topos; y Laura Alcoba con “La casa de los conejos”. ¿De qué modo operaron estos textos a la hora de escribir El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia?
–Los textos de Bruzzone y Alcoba fueron muy importantes por su calidad. Y también fueron un aliciente a la hora de escribir. Quienes vivimos los hechos trágicos del pasado reciente siendo niños nos sentimos en algunos casos incapacitados de hablar por numerosas razones. La principal es que hay una cierta economía del testimonio que hace que estén más legitimados aquellos textos que fueron producidos por actores y testigos adultos de esos hechos. Cuando escribí el libro, tenía la intención de rebatir ese tipo de economía. Me preguntaba si no era relevante lo que tenían para decir los hijos. También procuraba que lo que contase no recurriese a procedimientos fáciles, como convertir a esta novela en una novela policíaca, contra lo cual hay una resistencia a lo largo del libro. Quería plantearme el desafío de cómo ver esos hechos en un momento en el cual yo soy mayor que cuando mis padres los vivieron. Cuando inicié mi pesquisa acerca del pasado político de mis padres, no tenía un manual de instrucciones o una hoja de ruta. Una buena razón para escribir este libro es que esta historia que había estado cargando conmigo durante tantos años dejase de pertenecerme por completo a mí para pertenecer a los lectores. Son los lectores los que tienen que llenar de contenido el libro con sus propias experiencias y vivencias. Posiblemente haya versiones contrapuestas y a este libro se le opongan versiones diferentes de la historia. Pero ésa es la finalidad última: que se produzcan versiones.
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