Luego de terminar la maestría en Bellas Artes con especialidad en animación en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, Saldanha fue convocado para sumarse a Blue Sky Studios como creativo. Tras encargarse de la dirección de varias piezas publicitarias y de la creación de personajes generados por computadores en algunos films (Un simple deseo, El club de la pelea), la Fox echó el ojo sobre Blue Sky y decidió adquirir el 50 por ciento de la compañía. Con el apoyo financiero de un major, Blue Sky tuvo la oportunidad que esperaba de lanzarse a hacer largometrajes, estrenando La era de hielo como carta de presentación. “Hacer la película nos llevó tres años, pero nos fue bien: en una semana, con la taquilla, ya financiamos todo el proyecto”, cuenta el director, que luego realizó Robots y la segunda parte del film protagonizado por la ardilla Scrat (esta vez, presiones comerciales mediante, el proceso de realización duró año y medio). Cuando a Saldanha se le consulta acerca de la influencia que Fox tiene en cada uno de los films, el brasileño reconoce que no es poca, pero tampoco mucha. “Nosotros –explica– somos creativos y cada película que hacemos la realizamos en función de satisfacernos a nosotros mismos. Pero como la fuente de financiamiento proviene de Fox, no tenemos otra opción que trabajar conjuntamente con los ejecutivos. Por lo general, en el proceso de creación de una película mantenemos reuniones constantemente.” Para limar la poca correspondencia que, por lo general, tienen los intereses comerciales con los artísticos, Saldanha cuenta la peculiar estrategia que pone en práctica en las reuniones con los ejecutivos de la Fox. “En esas conversaciones –dice–, algunas veces surgen ideas buenas y otras no. Esa es la etapa más problemática. Pero lo solucionamos fácil: nos convertimos un poco en psicólogos de los ejecutivos y tratamos de que comprendan qué es lo mejor para el film. La estrategia es siempre decir que la idea que ellos promueven es buena, aun cuando sea mala o delirante, pero explicándoles con argumentos que no encaja con el concepto de la película. Nunca hay que decir, de entrada, que la idea es mala.”