¿Por qué cuesta en Chile tener una prensa de izquierda o de centro, como plantea Lucina en Sangre en el ojo?

–Es una vergüenza nacional, en un país que se vanagloria de su transición a la democracia, haber dejado caer todos los medios solventes de centro e izquierda que surgieron a finales de la dictadura. Es efecto de varios factores que tienen que ver con operaciones ideológicas muy tenaces de nuestra larga dictadura. La idea es que todo lo rige el mercado y, por lo mismo, existe una enorme desconfianza hacia la posibilidad de que el Estado intervenga aun en sectores claves, como la propiedad de empresas de importancia estratégica, como la educación y la salud, o la subvención de medios independientes de centro e izquierda. A esto se suma que el empresariado chileno tiende a ser muy conservador, muy poco dispuesto a arriesgar políticamente, y mayoritariamente de derechas. Esto tiene unas consecuencias desastrosas, porque hay siempre una y la misma versión de los hechos, y los medios más progresistas subsisten a duras penas por Internet. No es que no haya medios alternativos, hay unos pocos muy meritorios, pero Lucina señala esta ausencia desde su óptica.