Lunes, 1 de octubre de 2012 | Hoy
LITERATURA
Ante las distintas imágenes de Eva que desfilan en el prostíbulo, la campesina, la colegiala, entre otras, en un momento de La aventura de los bustos de Eva, Marroné se pregunta dónde está la Evita montonera. Es interesante pensar cómo funciona esa omisión, ¿no?
–En el contexto de la ficción hay que tener en cuenta que en ese prostíbulo todas las pupilas presentan las figuras posibles de Eva, menos una. Como le explica su guía a Marroné, ahí van o los sindicalistas nostálgicos o los gorilas. Justamente lo que no vas a encontrar en un prostíbulo es un montonero. En Un yuppie en la columna del Che Guevara aparece Ezcurrita, que es un personaje que viene de otra novela mía, El secreto y las voces, una especie de playboy, un tilingo, que termina enganchado en Montoneros. Y que dice que va al prostíbulo porque los milicos nunca van a buscar a montoneros ahí. Como saben que los montoneros son moralistas, es un lugar ideal para esconderse. La idea del prostíbulo se me ocurrió como situación concreta de la ficción. No es que pensé a ver qué significado sobre Eva quiero vehiculizar. Ese lugar de consumo de figuras de Eva en la novela tiene que ver también con algo que después trabajo con el Che Guevara, cuando una figura de movilización política pasa al mercado y se convierte en objeto de consumo, sin dejar necesariamente por eso de funcionar de manera política.
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