Miércoles, 6 de febrero de 2013 | Hoy
TEATRO
Izcovich se lleva a sus vacaciones un listado de teléfonos de actrices para ocupar los roles de la que será, espera que este año, su próxima incursión teatral, Bocas de registro, una dramaturgia propia. “Es una obra de cinco mujeres albañiles. Quiero hacerla en un formato no comercial, en La Carbonera tal vez”, adelanta. Dice que al escribirla pensó en “cómo se hace para corporizar una cosa tan masculina en el cuerpo femenino” como la “fuerza bruta” que requiere el trabajo de la construcción. “No es una obra feminista, no lo soy. Me encanta la mujer ama de casa y cocinera, pero me interesa ver cómo hace una mujer que tiene que abarcar tareas de toda índole, que es por suerte lo que nos pasa a las mujeres. En la época de Virginia Woolf, las mujeres no podían ir ni a la biblioteca. Ahora me parece que falta poco para que lleguemos a la obra de la construcción.” La reflexión de la pieza también toca la sensibilidad masculina en los ajetreos del amor. “Estas mujeres descubren a un tipo que se autoenterró por amor. Entonces, el aporte sensible y amoroso lo hace un hombre. ¡Liberemos el espíritu sensible del hombre! A veces escucho a hombres hablar de amor y no les creo mucho, porque un hombre frente a otro, cuando sufre por amor, no se permite llorar, por ejemplo. Hay excepciones, claro”, salva. Aporta sus ejemplos literarios: “Me pregunté cómo son posibles el Flaubert de Madame Bovary o el Tolstoi de Anna Karenina, que escriben personajes femeninos que hablan del amor”.
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