CINE
Era casi inevitable que la hija de dos grandes músicos volcara su vocación hacia esos mismos rumbos. Nacida en Berna hace 37 años, Stéphanie Argerich estudió fotografía y recién incursionó en la música clásica algunos años atrás, cuando hizo por encargo algunos documentales sobre esa disciplina para la televisión. “Me ayudó porque no fui a una escuela de cine y ahí aprendí mucho”, asegura. Sin embargo, aclara, el estreno de Bloody Daughter significa una vuelta de página: “Me gusta la música clásica, pero para escucharla. Ahora no tengo ganas de seguir haciendo retratos porque me parece muy difícil y frustrante filmar la música”.
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