El cine chileno vive un momento de mayor producción y heterogeneidad que hace unos años, en el que las nuevas generaciones están generando una visibilidad importante. En ese sentido, Sotomayor señala que, a partir del apoyo al audiovisual, el surgimiento de nuevas escuelas y la estabilidad política y económica de Chile “se empezó a producir más”. Cree que es un muy buen momento de producción, pero uno muy malo de distribución. “No sé si debiéramos parar un poco y pensar, porque hace diez años se hacían tres películas y ahora veinticinco, pero está la misma cantidad de gente yendo al cine. Es un momento muy interesante, sobre todo porque no podría definir cómo son las películas chilenas de este tiempo. Son súper explosivas en su estilo. Me gusta que haya subido la calidad, pero uno no podría encontrar la regla del ‘éxito’ del cine chileno, porque si hay que enumerar las últimas seis películas exitosas en festivales, no tienen casi puntos en común”, expresa la directora. También reconoce que al público chileno le cuesta ver cine de su país. “Todas estas películas que hacen que se diga que le va bien al cine chileno... en realidad, les va bien afuera. Adentro tienen muy poca aceptación. No creo que sea sólo el cine chileno: es un problema del cine que se desmarca de lo de Hollywood”, concluye Sotomayor.