Jueves, 25 de abril de 2013 | Hoy
CULTURA › OPINIóN
Por Valeria Castro *
Siempre existen dificultades para nombrar de alguna manera certera a las editoriales que formamos parte de este espacio que suele llamarse “independiente”. Adriana Hidalgo, Beatriz Viterbo, Caja Negra, Eterna Cadencia, Katz, Mardulce, Entropía y muchas otras, que vienen marcando una forma de editar en la Argentina, terminan siendo definidas, finalmente, por oposición: como aquellas que no pertenecen a los grandes grupos multinacionales que protagonizan el proceso global de concentración del mercado de libros. Son las editoriales que definen un territorio de circulación de textos prescindiendo de los dictados homogéneos y mayoritarios del mercado, y que aún así logran, muchas veces, catálogos de gran visibilidad.
Las editoriales que participamos de este fenómeno que ya no es nuevo ni marginal podrían ser llamadas “interdependientes” antes que “independientes”. Porque la supervivencia, el crecimiento y la consolidación de nuestros sellos, cada uno con sus particularidades, es difícil de imaginar sin la existencia de los restantes. Cada una de nuestras editoriales depende de las otras. Y no sólo por el habitual intercambio de información, por las visiones comunes de política editorial, por la camaradería estética o la solidaridad comercial; sino porque ha sido con el aporte de cada una de ellas que en la última década larga se ha logrado construir un movimiento o una “movida” cultural sustentable y estimulante.
Que este espacio simbólico, que este intercambio, este crecimiento y esta consolidación, encuentren en la Feria del Libro un espacio físico en expansión es la consecuencia a la vez natural y compleja del fenómeno cultural del que venimos siendo parte y vehículo junto con autores, traductores, libreros, diseñadores, periodistas, críticos y tantos otros trabajadores de los libros. Natural, porque el espacio físico que ocuparán estas siete editoriales en la feria no es más que el síntoma y el emergente de este proceso colectivo. Y es compleja, porque requiere del compromiso de cada uno de los editores en definir una política editorial que no es sólo la construcción de cada catálogo, sino también la voluntad de encontrar la cooperación y la unión de las fuerzas allí donde las doctrinas económicas dominantes sugieren la competencia.
Haber tomado conciencia de esto nos ubica en un lugar mejor a la hora de encontrarnos en la feria con toda la comunidad de profesionales relacionados con la industria del libro. Profundizar esta participación colectiva amplía los alcances de éste, nuestro espacio. El público que recorra la feria en las próximas semanas aportará el resto, que es (también) literatura.
* Editora de Entropía.
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