Sáb 18.05.2013
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MUSICA › PET SHOP BOYS DIO UN SHOW CALIENTE EN EL LUNA PARK

Diseñados para la pista de baile

› Por Juan Ignacio Provéndola

Pet Shop Boys parece haber encontrado la fórmula. Si no es la de la canción perfecta (¿no?), será, al menos, la de combatir el frío de una noche polar. No necesitó demasiado: su show, el quinto en la Argentina desde aquel desembarco auspicioso en el Opera de 1996, apenas superó la hora y media. ¿Hacía falta más? A juzgar por la justeza escénica de su puesta y por la justicia histórica de su repertorio, pareciera que no. Es cierto que se han visto despliegues más rimbombantes (el de su última visita, en el Personal Fest 2007, sin ir más lejos) y que su profusa discografía podría tolerar extensiones mayores, pero lo hecho el jueves le alcanzó al dúo londinense para ofrecer un show caliente y memorable en el Luna Park.

Pasadas las 21, el principal de los tres telones superpuestos comenzó a proyectar algo así como una marcha a toda velocidad por una autopista. Si se trataba de una metáfora sobre un viaje en el tiempo, éste arrancó en el futuro: lo primero que sonó fue “Axis”, el primer single de un disco que saldrá a la venta el mes siguiente, aunque con el dúo aún disimulado entre las grandes telas. El álbum en cuestión se llamará Electric y aseguran que está “diseñado para la pista de baile”. La evidencia de esto último se fue confirmando a medida que discurrieron otros cuatro anticipos del inminente material. Resaltaron “Thursday” (con la presencia digital del rapero británico Example) y “The Last to Die”, de Bruce Springsteen. Este cover renovó los méritos del dúo en el trabajo de versiones, tal como ya sucedió con “Always on my Mind” de Brenda Lee o “Go West” de Village People, sólo por mencionar los que sonaron en la escala porteña del Electric Tour 2013.

Ya con Neil Tennant y Chris Lowe al frente del tablado, comenzó un intenso repaso que se hamacó entre la trilogía fundacional de aquellos lejanos ’80 (es decir, Please, Actually e Introspective) y Elysium, el último de sus discos, editado hace menos de un año. El collage sonoro incluyó interesantes mashups que unieron canciones cercanas en el tiempo (“Fugitive” e “Integral”, de esta última era) con otras separadas por décadas de diferencia (entre “One More Chance” y “Face Like That”, por ejemplo, hay veinticinco años de distancia), apelando a un curioso recurso para verificar la solvencia de un registro al paso de los años y las tendencias. Aunque, por un momento, las canciones sólo parecían la excusa para inspirar un lenguaje hipertextual que incluyó cambios de vestuarios exóticos (desde cascos refractarios a la luz hasta trajes con texturas símil escobillas de lavaautos automático), distintos juegos de efectos lumínicos y rayos láser, varios telones interactuando sus proyecciones y, lo mejor de todo, la yuxtaposición de todos estos elementos. Así lograron fabulosos golpes de efectos sensitivos a escalas tan magníficas que hasta lograban simular la presencia del dúo en cuestión. Será esto último tal vez un piropo para ellos, que siempre se preciaron compositores más que intérpretes, aunque nadie duda de su demoledora capacidad para hacer carne viva su música.

Porque, al fin de cuentas, la danza es su quintaesencia y la pista su trinchera. Por eso la presencia de dos bailarines anonimados con disfraces de todo tipo para subrayar ese sentido a través de movimientos lisérgicos, casi chamánicos, resaltando el carácter corpóreo de una música que los quincuagenarios Tennant y Lowe acompañaron sólo con los movimientos justos y necesarios, casi en segundo plano. La intensidad, al fin y al cabo, está en la obra, y muestra de ello fueron los hits de disco y de radio, esos que le añadieron dimensión popular a la espesura artística, entregando los últimos arrebatos a través de “It’s a Sin”, “Domino Dancing” y “West End Girls”. Y la despedida con “Vocal”, del nuevo disco, para dejar sobre la pista la expectativa del inminente material, convirtiendo este final en el inicio de una nueva espera.

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