Domingo, 26 de mayo de 2013 | Hoy
LITERATURA
Nicolás Casullo fue “uno de los pensadores más agudos de este tiempo argentino”, dice Ricardo Forster. En La anomalía kirchnerista se invocan las ideas y el fraseo del pensamiento de Casullo. “Tiene una sensibilidad muy fina para capturar las transformaciones sociales, políticas e ideológicas, pero también las transformaciones de la subjetividad y el papel de lo que él llamaba la ‘culturalización de la política’, el rol de la sociedad del espectáculo, de los medios de comunicación; la metamorfosis en la visión del mundo en las clases medias. Hay reflexiones notables de Nicolás que hunden sus raíces en su interpretación del peronismo, de los años ’60, de la generación del ’70, de la dictadura, del terrorismo de Estado, que operaron en la matriz de la vida argentina desde los ’70 –plantea Forster, hablando en presente, acaso para conjurar esa muerte repentina, inesperada–. Hay una visión muy intensa de la trama argentina; es un pensador de lo argentino, de una sensibilidad que le provenía de una cosmovisión más amplia, no pegada exclusivamente al día a día o a la política, sino que atravesó lo argentino con una reflexión muy aguda de la modernidad, la crisis de la conciencia burguesa, la problemática cultural.” Forster cuenta que cuando crearon Carta Abierta y se escribió esa primera carta en la que apareció la expresión “clima destituyente”, la idea fue de Casullo. “Nicolás era un buceador de palabras, de conceptos. Decía que si el lenguaje no se inventa de nuevo, no hay manera de decir el mundo y su complejidad. Y creo que ése es el esfuerzo que hay que hacer para pensar esta época: encontrar las palabras que digan sin renunciar a las palabras que nos formaron. Cómo pensar una realidad cambiante, sin renunciar a esas tradiciones que nos permitieron indagar sobre la vida, el mundo, la política y el poder.”
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