El estereotipo de la alegría caribeña –sol, playas, baile y música– mata los pliegues complejos de la experiencia humana. Como si la tristeza fuera una anomalía, un pecado imperdonable o una extravagancia ofensiva. Uno de los narradores que más se ha rebelado contra esta muralla mental es el inclasificable puertorriqueño Eduardo Lalo, artista polifacético –realizador cinematográfico, fotógrafo, artista plástico y profesor universitario– que ayer obtuvo el Premio Rómulo Gallegos con su novela Simone, publicada en Argentina por Ediciones Corregidor. “Las modalidades de la crónica, el diario, la psicogeografía urbana, el collage de citas, el aforismo y el arte conceptual convergen en una aventura magistralmente contada”, afirmó el jurado integrado por Juan R. Duchesne Winter (Puerto Rico), Luis Duno-Gottberg (Venezuela) y Ricardo Piglia durante la lectura del veredicto desde Caracas. El argumento de la obra ganadora intercepta “diversas experiencias históricas, sociales, culturales y estéticas de la situación contemporánea” a partir de la relación del personaje-narrador con una mujer enigmática que recuerda la Nadja, del surrealista André Breton, y la Maga, de Julio Cortázar.

Simone, tercera novela del escritor puertorriqueño, es una deriva por las calles de San Juan. En ese deambular por espacios públicos y privados un escritor se obstina en hacer “la bitácora del paso del tiempo” o “la vida a partir de la tinta”. El viajero y cronista recorre y transforma en objeto de contemplación los signos que se despliegan: letreros, conversaciones parciales, el vuelo de un pájaro, retazos de lo que escucha y observa. Pero en ese andar sin rumbo descubre más extrañeza que cercanía con los otros. La intriga emerge cuando ese narrador comienza a recibir anónimos, mensajes que impactan en su subjetividad. Entonces lo que irrumpe es la historia de un amor potente y trunco, enlazada con un secreto que demora en confesarse. Piglia –que obtuvo el premio con Blanco Nocturno en 2011– dijo que Lalo es un escritor que tiene otro tipo de prácticas culturales. “La escena contemporánea del arte está rompiendo barreras y aparecen artistas que pueden moverse en experiencias diversas”, planteó el narrador argentino.

Autor de La isla silente, Los pies de San Juan, La inutilidad, Dónde y Los países invisibles, entre otros títulos, Lalo se impuso en esta XVIII edición del Rómulo Gallegos, dotado de 100 mil dólares, ante finalistas de fuste como el mexicano Juan Villoro, la argentina Perla Suez y el chileno Alejandro Zambra, entre otros escritores. “La situación política de Puerto Rico es un caso perdido. Se ha osificado y no veo oportunidades de cambio”, advirtió el narrador puertorriqueño. “Creo que la inmensa mayoría no está satisfecha, reunimos todos los males: economía dependiente, un país abocado a la inmigración y una economía en crisis con un modelo político en crisis desde hace décadas.”