Martes, 18 de junio de 2013 | Hoy
MUSICA › CóMO ES SU NUEVO SHOW
Por Juan Ignacio Provéndola
Son las cinco de la tarde y el calor húmedo de Posadas arrincona a una numerosa fila humana que se extiende por el playón del Centro del Conocimiento, un polo cultural en la periferia de la capital misionera que cuenta con varias salas, un cine con tecnología Imax y un observatorio astronómico. Por la noche, Hermeto Pascoal ofrecerá uno de los shows de su gira por Argentina en el Teatro del Conocimiento –auditorio principal del complejo provincial– y la organización tuvo que poner fecha y hora para entregar las 500 entradas gratuitas. Las previsiones supusieron una alta demanda y así fue: los tickets volaron en minutos. Por eso, la organización debió montar una pantalla gigante en las adyacencias del lugar, para complacer a quienes llegaron al lugar, pero no se llevaron el premio.
Hermeto se mueve en la tierra colorada como una estrella de rock. No por conductas propias, sino más bien por percepciones ajenas. Los mozos que advierten su presencia en un restaurante murmuran por lo bajo y los periodistas que asisten a la conferencia de prensa rematan cada respuesta con risas o aplausos, según el músico proponga una humorada absurda o alguna observación aguda. Recursos que no distan mucho de lo que ofrecerá horas después sobre el escenario, presentándose con su esposa, Aline Morena.
A los tradicionales formatos de orquesta, big band y grupo (el más legendario de todos, y con el que editará un DVD en los próximos meses), Pascoal le sumó esta versión a dúo con la mujer que conoció casi de casualidad hace ya diez años, en una muestra donde ella se animó a improvisar con él. Se hacen llamar Chimarrao com Rapadura, es decir, mate con canela. Porque uno simboliza al litoral marítimo del norte, proveniencia de Hermeto, y el otro al sur gaúcho, de donde es originaria Aline. Juntos, editaron en 2006 un disco con el mismo nombre del proyecto, al que luego le sucedió Bodas de latao, en honor de las bodas de lata que cumplieron en 2010 al cabo de siete años de vida y obra conjunta. El espectáculo refrenda ese repertorio, que mezcla el jazz experimental con sonidos brasileños como el bahiao, el forró y xote a través de una cohorte de instrumentos convencionales como piano, trompeta, melódica, flauta, viola caipira, cavaquinho, bombo y acordeón de ocho bajos. El valor agregado se lo ofrece la utilización de materiales impensados en un escenario como pavas, juguetes de hule y cuernos de buey.
El juego musical se completa con una pileta de goma sobre la que Aline chapoteará en perfecta sincronía rítmica con el piano de Hermeto, quien luego depositará aleatoriamente sobre sus cuerdas distintos elementos (desde un osito de peluche hasta un zapato) para alterarle el timbre a cada nota. El propone un juego que ella acepta, haciendo sonar una especie de pollera hecha con jirones de aluminio o acompañando a vena tendida una fabulosa interpretación de La flauta mágica de Mozart. Ambos inventaron un idioma basado en fonemas breves, casi elementales, más propios del lenguaje indescriptible que los niños construyen cuando comienzan a hablar. Como el gurrimín de no más de tres años que en segunda fila acompañaba cada interjección emulándola con su propia voz. Y mientras miraba torcido algún plateísta que evidentemente no entendió mucho qué es lo que iba a ver, Hermeto aprobó sus intervenciones y pidió que nunca abandonemos el garotinho que llevamos dentro.
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