Domingo, 28 de julio de 2013 | Hoy
CULTURA
“El surrealismo no es para mí sólo una corriente figurativa más, encuentro allí un abrigo para las pulverizaciones del sueño, la desnudez de la forma, la semilla del color. No obstante, me acerco con no menos interés a Durero, Caravaggio, Cèzanne, etc.; asimismo encuentro el realismo mágico como otro lugar posible. Suscribo a estas tendencias porque son un registro a través del cual mi trabajo puede ser mejor mirado. No conozco otra escuela onírica, ni maestros de los síntomas imaginarios (...).
Lo que está en mi imaginario no lo forja el trabajo sistemático de mi inventiva, es la mente que como las entrañas de un animal sacia su hambre en esa irradiación sin mi consentimiento. Me busco en la fiebre del automatismo porque es allí donde ella me habla, me utiliza con la seducción de la diversidad y el misterio más profundo (...).
El arte no permite absolutos; adjudicarlo únicamente al impulso creativo es una impostura. Se trata sin más de prueba y error, de la voluntad del conocimiento y la experimentación, sin negar el correlato entre lo especulativo, el azar y la imaginación. Sutiles circunstancias que moldean la mayoría de los actos.”
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