Como buen trabajador obsesivo del cine, Raúl Perrone está en un nuevo proyecto: Favula. “Está inspirada en un cuento anónimo africano, pero después se fue a la mierda porque empecé a poner todas mis cosas”, explica el propio realizador. Perrone remarca que no le gusta repetir fórmulas y sabía que había encontrado algo nuevo en P3ND3JO5. “Pero Favula va más allá de ésta: es una película de estudio.” El vecino más famoso de Ituzaingó había soñado con hacer una especie de bosque-selva en escala real, y meterse en una fábrica abandonada. “Por mi ansiedad y por no tener guita no pude esperar a eso y salí a hacerla”, explica. “Entonces empecé a usar el bocho y la austeridad: me llevé una pantalla y un proyector, proyectaba cuadros de selvas y metía a los actores ahí adelante a hacer escenas muy ambiciosas de persecuciones, tormentas y de cosas como si fuera realmente una película de estudio de 1930.” El resultado, admite, “fue asombroso y muy interesante”. Perrone explica que Favula tiene condimentos de una fábula: “Una mujer mala bruja, un marido perdido, personas que parecen hermanos y no lo son y salen a cazar todo el tiempo, una chica que llevan ahí, la hacen trabajar como una bruja y después la terminan vendiendo a un milico. Es un montón de cosas”. Después terminó retornando al principio y, gracias a una joven que se dedica a trabajar en el diseño de escenografía, hicieron “una maqueta de un metro y pico con ese hermoso bosque-selva” que el cineasta quería tener y metió a los actores ahí dentro.