Jueves, 3 de octubre de 2013 | Hoy
CINE › ENTREVISTA A SEAN BAKER, DIRECTOR DE LA NOTABLE PELíCULA INDEPENDIENTE STARLET
En su película, Baker se concentra en la relación entre una taciturna anciana y una actriz porno y dibuja así un producto atípico para estos tiempos, rodado en digital pero, según explica, “tratando de hacerla de la forma más ‘cinemática’ posible”.
Por Diego Brodersen
Probablemente el nombre de Sean Baker no le diga demasiado al espectador de cine ocasional. Pero este joven realizador (nació en 1971) oriundo de Nueva Jersey ha visitado la Argentina en cuatro oportunidades, acompañando tres de sus cuatro largometrajes a la fecha (Take Out, Prince of Broadway y Starlet), siempre en el contexto de alguno de los dos grandes festivales de cine de nuestro país. El estreno comercial de Starlet marca, entonces, una estimable “primera vez” en una cartelera cada vez más reacia al cine norteamericano independiente, off Hollywood. “Me siento muy afortunado de tener distribución en Sudamérica. Es muy importante para cualquier artista que su nombre sea conocido en todo el mundo. Haber podido viajar a la Argentina –primero a Mar del Plata y luego a Buenos Aires– para presentar Starlet fue algo extraordinario”, le comenta Baker a Página/12 por vía telefónica desde su casa de Los Angeles, donde vive actualmente luego de criarse y pasar gran parte de su vida en Nueva York.
Starlet, que viene de recorrer una importante cantidad de festivales internacionales, narra la improbable pero no imposible relación entre Sadie, una anciana taciturna y de carácter impredecible, y Jane, una joven bella y vivaz que parece contar con mucho tiempo libre. Jane también responde al nombre de Tess en su trabajo como performer en la industria porno, pero ése es apenas un dato más –aunque de cierta relevancia en la trama– en una historia que se aleja del sensacionalismo o la sordidez para narrar el encuentro entre dos seres humanos bastante necesitados de afecto. El film cuenta con las notables actuaciones centrales de dos actrices con escasa o nula experiencia previa: Besedka Johnson, quien falleció en abril pasado a la edad de 87 años, luego de su única participación como actriz en Starlet; y la hija de Mariel Hemingway (bisnieta asimismo del famosísimo escritor del mismo apellido), Dree Hemingway, modelo profesional cuyo rostro puede verse, por estos días, en los afiches de cierta marca de ropa en las calles de Buenos Aires. Que la campaña de promoción local haga hincapié precisamente en este último dato podría indicar ciertas dudas por parte de los distribuidores respecto de cómo “vender” la película, que desde un primer momento demuestra su cualidad de indie americana de pura cepa.
–¿Cuál fue el origen de la historia, que tiene más de un rasgo de originalidad?
–Hay dos ideas que terminaron uniéndose. La primera tiene un origen real: es algo que le ocurrió a un amigo de mi padre, quien encontró un montón de dinero, unos 20 mil dólares, dentro de un objeto comprado en una de esas típicas “ventas de jardín” (yardsale). Como mi padre es abogado, esta persona le consultó qué debería hacer desde un punto de vista legal, pero la respuesta fue que era solamente una cuestión moral. ¿Cuán cómodo se sentía quedándose con dinero ajeno? Esa historia dio vueltas en mi cabeza durante años y siempre supe que era el catalizador ideal para el encuentro entre dos personas que no se conocen. Escribí un tratamiento basado en esa idea hace bastante tiempo. Por otro lado, hace un par de años escribí un show de televisión con mi coguionista, Chris Bergoch (la tira cómica Warren the Ape, producida por la cadena MTV), en el cual participaban como invitadas algunas actrices de la industria pornográfica, y fue entonces que comencé a interesarme en sus vidas personales. Básicamente caí en la cuenta, al conocerlas personalmente, de que viven una vida común y corriente fuera de su trabajo. En algún momento tuve la intención de hacer algo pequeño –al estilo cinema verité– con alguna de ellas, pero mi coguionista me sugirió que uniera esa idea a la historia del dinero encontrado.
–Como en otros de sus films, en Starlet optó por trabajar con un dúo de actrices no profesionales. ¿Cómo fue la experiencia en este caso, tratándose de un film que demanda mucho de sus actores?
–El rodaje fue extraordinario. Hay algo interesante: antes usaba el término “actor no profesional”, pero ya no. Prefiero utilizar la frase “actores primerizos”, porque de hecho son muy profesionales. El caso de Starlet fue similar a mis experiencias anteriores: hicimos una audición con ellas y nos dimos cuenta inmediatamente de que tenían talento. Lo que me encanta de los actores primerizos –al menos, de muchos de ellos– es que no tienen miedo de experimentar e intentar cosas diferentes. Creo que ésa es una de las razones fundamentales por las cuales las actuaciones son tan extraordinarias.
–Su mirada sobre la industria pornográfica de Los Angeles es muy humana, algunos podrían decir incluso piadosa.
–Bueno, es que me gusta ser piadoso con los personajes, todo el tiempo. Pero no es tanto una cuestión de piedad o simpatía como de empatía. Mi intención era crear personajes humanos y reales, de allí que me haya concentrado tanto en los aspectos más cotidianos de sus vidas. Pero en el fondo se trata de calzarse los zapatos de los personajes. Creo que se puede encontrar algo bueno y algo malo en todos y es interesante poder mostrar ambos lados. El cine puede ser muy subjetivo, usualmente es el punto de vista de una persona. Me he dado cuenta de que, por más esfuerzo que uno haga por mantenerme objetivo, sigue siendo mi punto de vista. Pero trato de ser consciente de ello y de recordar siempre que, aunque se trate de una ficción, hay que ser cuidadoso con los personajes, no maltratarlos.
–Más allá de la aparición en breves cameos de porno stars como Miguel Ferrara o Asa Akira, resulta claro que tuvo acceso a un microcosmos oculto a los ojos de la mayoría.
–Si vivís en Los Angeles y lo buscás, ese mundo está ahí. A veces caminás por la calle y reconocés a alguien de algún video visto tiempo atrás. Está en todos lados, alrededor tuyo. Pero si no lo querés ver, puede ser totalmente invisible. Me siento muy afortunado de haber tenido el apoyo de la industria. A Ferrara lo conocí de casualidad y, al reconocerlo y saludarlo, le comenté que me encantaría contar con su ayuda para la película. Creo que lo importante era dejar en claro que lo que tratábamos de hacer era presentarlos de una manera positiva o, al menos, neutra. Y fue realmente genial. En la película hay otros actores menos conocidos que nos ayudaron mucho, como Zoe Boss (Nota del redactor: Boss es la actriz encargada de “doblar” a Hemingway en la única escena de sexo de Starlet). Básicamente, lo importante era que la comunidad confiara en nosotros.
–Otro detalle interesante del film es el rodaje en locaciones reales, con un uso atípico de la ciudad de Los Angeles.
–La idea que teníamos con Radium Cheung, el director de fotografía, era mostrar Los Angeles de una manera distinta. Es un lugar que tiene una luz muy diferente de otras ciudades, absolutamente distinta de Nueva York, por ejemplo. Cuando hacíamos la búsqueda de locaciones nos dimos cuenta cabal de esa luz particular, muy brillante. Usamos lentes anamórficos para tratar de capturar esa luminosidad casi en llamas y de reflejarla en todo el cuadro. Fue algo muy consciente. A los dos nos encanta el cine y no teníamos un gran presupuesto, pero tratamos de hacer la película de la forma más “cinemática” posible, en plena era del HD y de la fotografía digital. En otras palabras, a pesar de haber rodado en digital, tratamos de que la imagen fuera lo más fílmica posible.
–¿Cuál es la situación actual a la hora de producir films independientes en los Estados Unidos?
–Desafortunamente, no estamos atravesando una situación muy buena. Es muy difícil encontrar el dinero necesario, a menos que estés haciendo una gran película mainstream. No hay mucho apoyo económico del gobierno y las subvenciones son muy pequeñas. Tuve mucha suerte al encontrar un inversor para Starlet. Pero ahora, por ejemplo, estoy en una situación muy distinta para el próximo film, que empezamos a rodar en diciembre: ni siquiera tengo el presupuesto que tuve para esa película, probablemente sea una quinta parte del presupuesto de Starlet. La situación económica es tan mala que nadie quiere invertir en cine porque es muy, muy arriesgado. Hay muy pocas películas al año que realmente dejan ganancias, incluso en las de poco presupuesto. Es una situación deprimente pero al mismo tiempo estimulante; hay que ser positivo al respecto. En algún punto, tener muy poco dinero puede ayudarte, de alguna manera, a ser más creativo y hacer películas más libres.
–Narrativamente, Starlet es muy norteamericana, e incluso parece un film más clásico que los anteriores en su filmografía.
–Es gracioso, porque mucha gente aquí afirma que es muy experimental. Algunos de ellos me decían que el montaje tenía que ser más veloz o que tenía que hacerlo más accesible. En lo personal, me interesa más el cine producido en otros países que el cine norteamericano. Y me preocupa más la audiencia internacional que la de mi país porque creo que tiene... mejor gusto. Pero estoy de acuerdo con su idea. Hay que tener en cuenta que Chris Bergoch viene del mainstream; al tipo le encantan Disney y Spielberg (risas). Combinar esas dos sensibilidades hizo de Starlet un film un poco más tradicional que los anteriores, pero al mismo tiempo creo que eso funciona muy bien con la historia. Mi próxima película va a ser todo lo contrario. Al fin y al cabo, tengo sólo 15 mil dólares, así que puedo hacer lo que quiera, de la manera menos tradicional posible.
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