CULTURA › EL ADMIRADO RECUERDO DE CARLOS NINE
Carlos Nine leía a Calé de niño en la peluquería. Allí funcionaba “una especie de biblioteca popular gráfica”, según el artista. “Andábamos con pelo corto porque ahí encontrábamos todo –recuerda–, estaba Rico Tipo y adentro de ella, Calé.” El creador de Buenos Aires en camiseta formaba parte de sus primeros autores admirados, junto con Battaglia y Ferro. “Para los que teníamos cierta sensibilidad para el dibujo, eran clases de educación visual.” El niño-Nine “disfrutaba intuitivamente” de los trazos de esos primeros maestros. “De chico me parecía gracioso y extraño porque él dibujaba ‘raro’, recién después me di cuenta de que lo que hacía estaba conectado con el cubismo”, considera. “Me avivo ahora, de grande, del valor que tiene por el detalle con el que observa de forma amorosísima a Buenos Aires, siendo él rosarino”, analiza Nine y da ejemplos: sus infinitas variaciones sobre jopos, o las “relaciones interpersonales entre las criaturas de la ciudad que él detecta”.
Nine destaca: “Una especie de obsesión por la relación entre mujeres y hombres”, y esa sucesión de formalidades que iban del encuentro callejero al zaguán y la cocina, donde acechaban la parentela y el compromiso. “Eso tenía que ver con la arquitectura, el lugar intermedio entre el cielo y el infierno que era el pasillo, el zaguán donde afilabas”, detalla. “Si el novio era perspicaz, se daba cuenta de que tenía que volver a la vereda, porque si te invitaban a pasar, te emboscaban los padres y no zafabas.”
Como un jazzero del plumín, Calé hacía variaciones sobre situaciones cotidianas, ajustaba chistes. En eso coinciden desde la curaduría de la muestra, donde se muestran varias versiones del mismo chiste. Con los años redibujó mucho de su material para adaptarlo a la evolución de su estilo, lo que lo convertía en un antropólogo gráfico. “Tenía una capacidad de observación extraordinaria”, destaca Nine, quien recuerda que Calé era tanguero y fanático de River. “No era un amante común del tango, detectaba a los tipos que probaban cosas diferentes; medio por eso se hizo representante de Horacio Salgán, más disfrutado por otros músicos que por el público general. Estaba dotado de una gran sensibilidad para detectar no sólo relaciones interpersonales, sino también las manifestaciones artísticas de la más alta calidad.” ¿Hay algo más que admiración? ¿Cuánto de todo eso que leyó de pequeño terminó en su Patito Saubon, en su Fantagás y en sus acuarelas? “El otro día leía una cosa interesante que escribió Lucas, mi hijo, sobre mi laburo, y me di cuenta de que era lo que yo aprecié en Calé: la desmesura”, sopesa. “Yo soy peronista, como Calé, y el peronismo es una especie de teoría muy elaborada sobre la desmesura, y la desmesura te puede llevar a cosas increíbles o a la mierda. Calé, a diferencia de otros dibujantes, practicaba una desmesura increíble, desaforada... pero no te perdías.”
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