Jueves, 24 de octubre de 2013 | Hoy
CINE › SOFIA COPPOLA, EL CASO Y LAS IDEAS DETRáS DE ADORO LA FAMA, SU QUINTA PELíCULA
Para retratar su historia, la directora contó no sólo con el artículo original de la periodista Nancy Jo Sales, sino también con su material de investigación. Eso le permitió tener una visión bien cercana y ajustada del sonado caso del “Bling Ring”.
Por Stephanie Wright
The Suspects Wore Louboutins se llamaba el artículo publicado en el número de enero de 2010 de la revista Vanity Fair que reportaba la serie de robos cometidos, entre 2008 y 2009, por un grupo de estudiantes secundarios de la zona de Calabasas, en California. Todo era singular, desde el origen de clase media de los chicos hasta el móvil, procedimiento y víctimas de los robos. Aprovechando la ausencia circunstancial de sus dueños, todos ellos gente “famosa”, estos highschoolers entraban en sus casas, lo más campantes, y tras retozar un buen rato en ellas cargaban sus bolsos y huían. De allí el título del artículo escrito por la periodista Nancy Jo Sales, traducible por “Los sospechosos usaban Louboutin” (Louboutin es una de las marcas de zapatos más top).
Sofia Coppola, alguna vez “la hija de Francis Ford” y hoy en día una señora de más de 40, con dos hijos y una carrera de cinco películas en casi tres lustros, leyó el artículo y le pareció que alguien debía filmarlo. Pero nadie lo hacía, por lo cual se puso en contacto con la autora y reservó los derechos no sólo sobre el artículo, sino, más importante, sobre todo el material de investigación previo, que incluía entrevistas con los protagonistas (una de las cuales, el personaje que interpreta Emma Watson, había tenido ya su propio reality en compañía de su mamá y hermanas, llamado Pretty Wild). Tiempo más tarde, con el apoyo en la producción de papá Francis y su hermano Roman, y tras haber logrado reunir capitales no sólo estadounidenses, sino también británicos, franceses, alemanes y japoneses (se les hace cada vez más difícil a los indies estadounidenses conseguir financiación en casa), Sofia Coppola comenzó la producción de The Bling Ring, su opus 5 que, tras ser elogiado en la última edición de Cannes, llega hoy a la cartelera porteña, con el título de Adoro la fama.
Los únicos nombres “conocidos” del elenco son los de Emma Watson, la Hermione de la serie Harry Potter, y Leslie Mann, coprotagonista de Bienvenidos a los 40. El resto son chicos que surgieron de castings. Adoro la fama es, por otra parte, el último trabajo de Harris Savides, uno de los más talentosos directores de fotografía del cine estadounidense, que falleció sorpresivamente en octubre del año pasado, a los 55 años, sin haber podido completar su labor en esta película. Brazo derecho de Gus Van Sant y DF de Somewhere, film previo de Sofia Coppola, Savides es destinatario de una dedicatoria especial en Adoro la fama.
–¿Cómo se enteró del caso del que trata la película?
–Por el artículo de Vanity Fair, que leí estando de vacaciones.
–¿Pensó de inmediato en filmarlo?
–No en filmarlo yo, pero pensé que alguien tenía que hacerlo. Es un asunto que dice mucho sobre la cultura en la que vivimos.
–¿Y en qué momento decidió hacerlo usted?
–Después de unos encuentros que tuve con Nancy Jo Sales, autora del artículo. Ella me pasó todo su material de investigación, que incluía las declaraciones de los propios chicos. Eso fue lo que más me impactó.
–Había que convertir un artículo periodístico en una película. ¿Cómo lo hizo?
–Lo que me permitió encontrar un eje fue el personaje de Nick Prugo, el chico que se integra al grupo. Su presencia plantea una pregunta básica: ¿por qué se incorpora, qué lo lleva a hacerlo? Hacer de él el protagonista me permitía a la vez convertirlo en representante del espectador. Y también hallar alguien con quien simpatizar, porque con los integrantes de la “banda” se hace más difícil.
–¿Se le hizo difícil a usted misma?
–Son chicos que están muy lejos de lo que yo era a su edad. Cuando yo era adolescente no existían los realities de televisión, no existían los fansites que hay actualmente en Internet. No existía, por lo tanto, el nivel de culto a la celebridad que hay ahora. Ni tampoco la idea de que cualquiera puede ser famoso en segundos.
–Sin embargo, a usted siempre se la asocia con el mundo de las celebridades. No cualquiera es hija de Francis Ford Coppola.
–Pero al lado de Paris Hilton o Lindsay Lohan mi padre es nadie, en términos de celebridad. No es la misma cosa, para nada. Cuando yo salía con él siempre había gente que lo reconocía, claro, pero nadie se le tiraba encima para intentar arrancarle un autógrafo... o llevarse el sombrero de recuerdo.
–Varias de sus películas tienen por protagonistas a personajes del mundo de Hollywood. ¿Se asume como cronista de las vidas hollywoodenses?
–Hmmm... No me concibo a mí misma de esa forma ni pretendo serlo. Pero es cierto que el hecho de haber crecido en ese ambiente me da herramientas como para hablar de él con cierto conocimiento.
–¿Le interesaría volver a vivir en Los Angeles?
–No, la verdad que prefiero Nueva York o Europa, donde paso la mayor parte de mi tiempo. Para mi gusto, Los Angeles gira demasiado sobre el mundo del show business.
–¿Conoció chicos como los de la película?
–En mi vida personal no. Pero como parte de la investigación para la película fuimos a algunos clubes nocturnos de Los Angeles, y ahí vimos cómo todo el mundo se la pasaba hablando por el celular, mandando mensajitos de texto y sacándose fotos. Incorporamos eso a la película, ese feeling que a mí me resulta ajeno.
–¿Qué piensa de la cultura de la celebridad?
–Asumo como placer culpable eso de andar curioseando las vidas de los famosos. Cada tanto me divierte hojear algunas de esas revistas. Pero soy consciente de que se está volviendo algo demasiado presente, demasiado dominante en la cultura contemporánea. Además, me parece que el fenómeno crece sin parar y se está yendo de control. Me pregunto si seguirá creciendo o llegará un punto en que empecemos a reaccionar.
–¿Qué cree que produjo este boom?
–No me interesa demasiado dar mi opinión personal, sobre ese fenómeno o cualquier otro. Soy una persona que hace películas, y lo que pretendo es que mis películas, Adoro la fama entre ellas, sirvan para que los espectadores se hagan preguntas, se planteen cosas, sientan algo frente a lo que están viendo.
–Los protagonistas de muchas de sus películas son adolescentes, lo cual habla de una empatía de su parte.
–En ese caso, con lo que me podía identificar era justamente con su condición de adolescentes: el desconcierto, la rebeldía, la necesidad de ser parte de un grupo, las ganas de hacer quilombo...
–Es de imaginar que los actores de la película estarían más en contacto con ese mundo.
–Sí. Sólo una de ellas, Claire Julien, la chica rubia, es de Los Angeles, así que a ella le tocó hacer un poco de guía por clubes y fiestas de high school. Las chicas le enseñaron también un poco al protagonista qué ropa usar y esas cosas. Todo eso nos permitió meternos en el mundo de los protagonistas.
–¿Es verdad que vieron el show de las hermanas Kardashian como parte del “entrenamiento”?
–Ah (risas)... La que lo hizo fue Emma Watson, para aprenderse el acento y la manera de hablar.
–Es notable cómo lo logró, siendo británica.
–Sí, llegó al punto de mimetizarse no sólo con el acento californiano, sino con el acento específico de la zona de donde son los chicos, que se llama Calabasas.
–¿Usted sugirió a los actores alguna otra fuente de información?
–Algunas películas de robos, que les permitieran sentir esa idea de que robar es lo más cool del mundo.
–Los personajes de la película son muy sexies y se los ve muy desenvueltos en ese terreno, las chicas sobre todo. Sin embargo, nunca tienen sexo. ¿Por qué?
–Es que tal como yo lo veo, entre ellos no hay intimidad. Yo conocí a algunos de los chicos reales y no eran para nada sexies. Toda la energía que despliegan, y que uno puede asociar con lo sexual, sobre todo por la edad, se canaliza en otro sentido. Tal como lo veo, les gusta verse sexies para llamar la atención, pero no tener sexo. Son cosas distintas.
–Fue buenísimo que Paris Hilton les haya permitido filmar en su propia casa, ¿no?
–Sí, porque da autenticidad. Ella se enteró de que estábamos preparando la película a través de Stephen Dorff, que es amigo común, y nos invitó a una fiesta en la casa. Nos contó del “nightclub room” que tiene montado allí y después nos hizo un tour por la casa. Además se prestó para un cameo, en la escena del nightclub donde los chicos la identifican. ¡Ah! También nos hizo ver las grabaciones de las cámaras de seguridad, con la verdadera intrusión a su casa.
–¿Hizo la película pensando en algún público en particular?
–Bueno, desde ya pensé en los chicos que tienen la edad de los protagonistas. Me parece que la película les puede servir para repensar un poco en ellos. También intenté apuntar a la gente de mi edad, los que andamos por los 40 y somos padres o estamos pensando en serlo. De última creo que lo que se ve es de interés para todos, en tanto es parte de una cultura en la que todos estamos inmersos.
Traducción, edición e introducción: Horacio Bernades.
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