Domingo, 10 de noviembre de 2013 | Hoy
CINE
El subtítulo de la masterclass que Comolli realizó el viernes fue “La fragilidad ontológica del documento cinematográfico”. En un momento en el que el mundo del cine mira con más atención que nunca al género documental, entronizándolo incluso como uno de los más efervescentes y ricos en variedad y calidad, daría la sensación de que esa fragilidad está en tela de discusión. “Es que el proceso del cine documental se opone a la corriente mainstream, y como tal es frágil. Trabajamos en la extrema fragilidad económica, social y con poca circulación”, refuta el francés, quien asegura que eso no es algo necesariamente negativo, ya que le permite filmar “la fragilidad del otro”. “El cine documental es una máquina de hacer aparecer lo que está un poco bloqueado, no muy claro, y el tema o sujeto filmado se expone, exhibiendo progresivamente las fisuras y dobleces de la personalidad. El documental funciona a la manera del psicoanálisis. El sujeto filmado avanza y a medida que lo hace se libera de algunas de sus defensas para transformarse en algo distinto”, señala.
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