DANZA
Ricky Pashkus es un apasionado de la comedia musical. Desde 1984 trabaja como coreógrafo de obras (comenzó con Autógrafos, de Carlos Gianni), programas televisivos (el de Tato Bores y Carlos Perciavalle, entre ellos) y director de las versiones nacionales de algunos exitosos musicales de Broadway, como 42nd Street, Te quiero, sos perfecto... cambiá y Los productores. También se hizo conocido por su labor primero con Pepe Cibrián y luego junto a Julio Bocca y su fundación-escuela. Lleva más de 20 años intentando contagiar esa pasión por el género musical y ahora cosecha lo que ha sembrado, ya que para él “ya se armó el bolonqui”. ¿Cómo ve este experto el futuro de la comedia musical argentina? “Sin duda Argentina, México y Brasil son las tres únicas sedes del género en Latinoamérica”, explica. “Esto tiene que ver con la economía. El presupuesto básico es uno de los mayores obstáculos: entre los derechos de autoría que hay que pagar y la gran producción, la entrada a 20 dólares no te permite recuperar la inversión.” Pero la Argentina no sólo se encuentra a la cabeza por tener un público que puede abonar su entrada a precio dólar a pesar del 3 a 1. “Con el IUNA y la Fundación Julio Bocca –sigue Pashkus– en los últimos diez años aparecieron grandes artistas de comedia musical. Antes, las bailarinas de la revista eran chicas lindas pero que no bailaban; hoy son egresadas del San Martín. Ya no me parece sincero decir ‘acá nadie canta, baila y actúa’. Si no, miren a Elena Rogers, que es la protagonista de Evita en Londres, y salió de esta cocina.”
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