Es la presentación de Sres. Papis, y una escena da cuenta de lo que vienen viviendo los actores en los tres meses de rodaje que lleva la tira. Entra Luciano Cáceres y la pequeñísima Olivia Gutiérrez –de tan sólo dos años, aunque en la ficción ya tiene tres– y Naomí Kogan corren a su encuentro al grito de “¡papi, papi!”. Una parte importante del encanto de este programa estará puesto en estos pequeños actores que, cuentan los protagonistas de la tira, ponen bastante de sí mismos en las filmaciones diarias.

“Es muy gracioso, porque a veces las nenas me dicen: ‘Quiero ir con mi mamá’. Y como en la ficción la mama murió, yo les digo: ‘Está en una nube, mi amor’. Eso no estaba en el guión, claro. Con los niños hay que remarla.”

“Como actor, con los chicos tenés que resolver, cada escena es un desafío”, observa Castro. “Yo grabé un sueño que para mi personaje es una pesadilla, donde está todo bárbaro con el nene, una escena rosa, feliz –cuenta Castro–. Cuando terminamos de grabar, el nene me mira y me dice: ‘Esta es la escena más, más, más, más linda que hice en toda mi vida’. ¡Hermoso! Ahí te das cuenta de cómo lo viven ellos, más allá de que se les explica que es un juego, están recontra contenidos, tienen coachs, etcétera. Pero, en la vorágine de la grabación, los chicos siempre te llevan a otro lugar. Es un placer trabajar con ellos, ellos te muestran que no sabés nada como actor. Todo lo que como actor planeás, ‘ahora en esta escena voy a ir por acá y por acá’, con un chico va para otro lado.” “Es ideal porque es como volver a la base, a la fuente misma”, concluye Menahem.