Domingo, 20 de abril de 2014 | Hoy
LITERATURA
“¿Y qué te gustaría ser?
–No sé –dijo Wichini. Se le aclaró el rostro y contestó:
–Capitán de barco.
–Pero Wichini, si sólo una vez fuiste a Mar del Plata. Me dijiste que no sabías nadar y que el agua estaba fría. Sólo te mojaste los pies.
–¿Y los ojos, Giménez? ¡Con los ojos iba lejos!
Ante esta reacción, Giménez recordó que en otro caso había salvado a un sospechoso (inocente) mandándolo a un pueblo perdido donde podría llevar la vida que quería, que no era de traje y corbata. Ese sospechoso era un ejecutivo que soñaba con ser cantor y guitarrero.
Y ahora Wichini le salía con lo mismo: dos seres tropezando con la misma piedra, los dos con vocaciones ocultas que la realidad había convertido en trizas.
¡Todos le tocaban a él! Wichini ya estaba en un pueblo perdido, imposible más perdido que Pico Dormido, ¿a dónde lo mandaría? Conseguir que Wichini cumpliera su sueño de ser capitán de barco era mucho más difícil que el del ejecutivo cantor y guitarrero.
¿Cómo lo ayudaría? Aunque nunca habían sido amigos apreciaba a Wichini, que era un poco caído del catre, de una desarmada inocencia. En sus ojos saltones detectó una súplica muda.”
Giménez y el Drácula fingido, Griselda Gambaro, Editorial Alfaguara.
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