MUSICA › SE ESTRENA ESTA NOCHE LA CARTA IMAGINARIA
› Por Diego Fischerman
“Me niego un poco a llamarla ópera”, dice el compositor Oscar Edelstein, refiriéndose a La carta imaginaria, la obra que se estrena hoy a las 20 en el Centro Nacional de la Música (México 564). “Se trata –afirma– de una obra musical con escena, que, en términos de su texto, trabaja alrededor del problema del destino y la repetición, planteado como un juego de niños violentos que están condenados a repetir la misma historia.” Con funciones también mañana y el domingo 22, la composición inaugurará la cuarta edición del Ciclo Iberoamericano de Opera Contemporánea, un programa de encargos encarado por el Ministerio de Cultura de la Nación y coordinado por el también compositor Juan Ortiz de Zárate.
Dirigida musicalmente por Edgardo Palotta y protagonizada por Lucas Werenkraut, Natalia Cappa y Deborah Claire Procter, La carta imaginaria tiene libreto del propio Edelstein, quien se encarga además de la puesta en escena. La realización de escenografía y vestuario es de Jimena Chamorro, la iluminación de Fernando Chacoma, el maquillaje de Alberto Schuster, Max Edelstein está a cargo de la fotografía y cámara, el diseño multimedia es de Deborah Claire Proctery, el grupo de instrumentistas incluye a Agustín Araneda en electrónica, Lisandro Arpí en clarinete bajo, Raúl Cela en flauta, Carla Giallorenzi en viola, Carlos Adriano Herrera en fagot, Nicolás Padín en guitarra, Martín Proscia en saxo alto, Nicolás Rugger en clarinete, Leonardo Salzano en guitarra eléctrica, Lorena Torales en piano y Pablo Torterolo en percusión.
“La obra utiliza dos escrituras, la convencional y otra que busca aportar algún grado de irracionalidad en ese contexto”, explica el compositor. “También se trata de una reflexión acerca de lo que está escrito y lo que no, que se relaciona con el destino y que se traslada a la partitura. Algo así como lo que está escrito y lo que termina sucediendo. Es decir, una experiencia fundamentalmente musical. La orquesta fue entrenada específicamente como para responder a este tipo de simbología. Nacido en La Paz, Entre Ríos, Edelstein fue el creador del Centro de Investigación Musical de la UBA y fundó el Ensamble Nacional del Sur (ENS), grupo que funciona como banco de pruebas del programa de investigación Teatro Acústico, de la Universidad de Quilmes. “Aquí utilizo una electrónica tranquila”, cuenta. “Tengo obras en las que busco una mayor innovación del material y otras en las que juego más discursivamente. La carta imaginaria está entre las últimas. La electrónica tiene un perfil un poco más bajo, pero no por eso menos importante. Aparece en una función que he usado últimamente, por ejemplo en Cristal Argento, que es como moduladora de lo instrumental.”
Edelstein desconfía de la virtud de lo multimediático. O, más bien, la cree predestinada al error. Pero, asegura, “el error es bello”. “No reniego de la autoría, pero una obra de esta clase es el resultado de cantidades de estímulos y portes que surgen en la interpretación. Y en la interacción entre muchas personas que tienen distintas maneras y diferentes estrategias y campos profesionales: cantantes, instrumentistas, iluminadores, vestuaristas. La ópera, como el teatro, es un acto colectivo. A mí me interesa ese conflicto. La transferencia entre artes, a menos que se ciña a una conducta de géneros muy constituidos, necesita de cierta libertad, de cierta expansión, lo que conduce inevitablemente a algún error de cálculo que, sin embargo, acaba siendo parte de lo verdaderamente creativo.”
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