Al igual que Mugre, Remolino está sostenido por un balance entre luces y sombras, tanto en su música como en las letras de Fernández. Uno de sus temas clave, “Reconstrucción”, fue compuesto para una puesta del mismo nombre de la artista Rosana Simonassi. “La canción está inspirada en esa muestra, basada en fotos de femicidios y de la reconstrucción de esos crímenes”, explica Fernández. “Ella entendía que en su trabajo había algo de salir del cuerpo. Nos parecía que había ahí algo del instinto materno de perdurar, de permanecer. Por eso creo que la letra no habla directamente del tema en sí, sino de permanecer más allá de la muerte y la soledad, a no estar solo en el mundo”, completa.

Esa evocación de la oscuridad funciona como un exorcismo, como un acto de liberación. “Puede parecer una contradicción, pero no lo es”, explica Esaín. Y agrega: “Tocamos música porque nos gusta hacerlo, porque es divertido para nosotros. Por ahí lo que estás expresando en una letra se mete con sentimientos y cosas complicadas de la mente de cada uno, pero se disfruta”. Y Fernández remata: “Nombrar lo trágico es una manera de sacárselo de encima, de ponerlo sobre la mesa. No digo que sea un antídoto, porque de hecho no lo es, y por eso mismo es trágico. Puede ser que el grupo se meta en algunas cavernas, pero siempre desde un punto de vista vital. Ojalá pudiéramos no ser escuchados como pesimistas. Hay una lucha, que podés ganar o perder, pero siempre hay que darla”.