Domingo, 7 de septiembre de 2014 | Hoy
MUSICA
“La vocación musical indudablemente venía de mis abuelos, que fueron musiqueros de fiestas familiares en la zona de Metán y Galpón, en Salta”, contaba Melania Pérez a Karina Micheletto, en una entrevista publicada por este diario. “Con mis cuatro tíos tenían una orquesta que tocaba en serenatas o en las carpas que se hacían para el carnaval. Tocaban al estilo criollo, zambas saltaditas, que no quiere decir que sean rápidas, sino cortadas, acentuadas, como valseadas. Y hacían sonar las guitarras con la yema del pulgar, era un sonido bien distinto. Eso no llegué a escucharlo, pero estoy segura de que ha latido en mí desde pequeña, porque ya en el colegio yo era la que cantaba en las fiestas patrias.”
Integrante de Las Voces Blancas desde 1966, cuando tenía 17 años, hasta 1971, en la década del ’70 formó con su marido Icho Vaca el Dúo Herencia y, recién en 1996, comenzó una carrera solista que la encumbró como una de las principales intérpretes de la Argentina, y que tendría un primer hito en 1999 con un disco ejemplar, Luz del aire. Ella reivindica esa larga espera. Dice que fue un tiempo que le sirvió para nutrirse de Salta, y de referentes como Cuchi Leguizamón, Manuel J. Castilla, Eduardo Falú o del Chivo Valladares, que, aunque tucumano, formaba parte de esa cofradía. “Son ligamentos ancestrales”, contaba a Página/12. “Saber que tengo mi lugarcito en la Tierra me produce una paz y un sosiego que muchas veces he perdido sin notarlo. Es importante el contacto con las cosas que uno ha vivido de chico, es un llamado de la Tierra. No es sólo una manera de decir, es una energía que se percibe, concretamente.”
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