En esta última jornada del festival también van a hacer su aporte la compañía Movimiento Armario, con su espectáculo Falsa Escuadra y el grupo La Pipetuá, que comenzaron a subirse a los escenarios casi 30 años después que Midón estrenara La vuelta manzana, en 1970. Sin embargo, tienen presente su trabajo pero también su personalidad. “Nosotros crecimos teatralmente a la luz de sus espectáculos”, afirma Fernando Rosen, de la obra Falsa Escuadra, que empezó a hacer “circo y teatro” a fines de los ‘90. “Cuando era chico viví en México, entonces lo vi de grande a Midón”, confiesa, y rescata “su apuesta de tratar a los chicos con mucho respeto, porque son chicos, no tontos. Es la sinceridad de la propuesta, poder transmitir lo que uno quiere sin necesidad de explicar, de decirle qué tiene que entender. Midón era claro, hacía su espectáculo y cada uno se llevaba lo suyo”, resalta. Y Sebastián Amor, de La Pipetuá, cuenta que tuvo la suerte de encontrárselo en un bar cuando recién habían empezado: “No me animaba a ir a saludarlo. Pero le dije a mi mujer: ‘Voy y me presento’. Entonces lo saludo, le digo que soy de La Pipetuá, y me dice que escuchó de nosotros. ¡Me pidió que me sentara y estuvimos charlando un montón de teatro!”, comparte, y recuerda: “Me contó de sus comienzos. Y le dije que nosotros estábamos muy contentos porque nuestro espectáculo estaba teniendo buenas críticas, y me respondió: ‘Igual, manejate al margen de todo eso. Las críticas son muy subjetivas’, y me contó: ‘Con La vuelta manzana las críticas no fueron buenas, y estuvimos 17 años en cartel’. Una charla increíble”, concluye.