CINE
El estreno de Las manos lleva al cine la obra del cura Mario Pantaleo, cuyos funerales congregaron a 20 mil fieles en el ’92, y que convocó a pobres y ricos atraídos por la fama curativa alrededor de su imposición de manos. La historia, que marca el regreso de Alejandro Doria a la dirección luego de quince años (después de Cien veces no debo), cuenta cómo el cura (Jorge Marrale) construye su iglesia de la localidad de González Catán, realiza “milagros”, enfrenta el recelo de las autoridades de la Iglesia acompañado de su colaboradora Perla (Graciela Borges), a quien habría curado de un cáncer en la década del ’60. Alejandro Doria explicó, luego del estreno, que el film tiene “un 20 por ciento de verdad y un 80 por ciento de ficción en función del cine”. Mario Pantaleo fue perseguido por la policía, que lo acusaba de curandero, y su obra despertó la desconfianza y el recelo de las autoridades de la Iglesia argentina.
“Un día alguien le llevó una foto de un muerto para hacerle una trampa. El padre Mario pasó la mano por la foto y dijo: ‘esta persona ya no está’”, contó Marrale. Como le sucedió a Graciela Borges con el personaje de Perla Gallardo, los dos dicen haber tomado distancia de los personajes reales para poder componerlos con su propio estilo, sin caer en la imitación. La Perla de Borges, por caso, es “más austera y misteriosa que la real, que es muy simpática, comunicativa, graciosa”. El cura trabajó continuadamente durante 25 años en González Catán y dejó una fundación humanitaria que lleva su nombre y atiende a niños, adolescentes y adultos. La veneración a Pantaleo, que había nacido en Pistoia, Italia, y se radicó luego en la Argentina, le adjudicó el poder de detectar mediante su emblemático péndulo todo tipo de dolencias. Lo empezaron a llamar Cristo Caminante, y a medida que creció la peregrinación a la zona fue aun más rechazado por la cúpula eclesiástica. “Esta es una historia reivindicadora y por eso me interesó tanto. A este hombre no lo dejaban ejercer ni dar misa, por estas cosas de la Iglesia, de los hombres, porque no se aceptaba la imposición de manos para sanar”, justificó Borges su gestión y la convocatoria a Doria, esencial para que el rodaje se hiciera realidad.
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