La película Monobloc, de Luis Ortega, con estreno previsto para el mes próximo, cuenta la historia de tres mujeres: una madre llamada Perla (Borges), una madrina (Rita Cortese) y la Nena (Carolina Fal), que viven en un monobloc con la carga pesada de tener que enfrentar la enfermedad y la soledad. “Es una película muy curiosa, porque es la idea de un chico de 22 años, Luis, que es casi un anciano en su forma de pensamiento. En comparación con él, yo soy mucho más joven, más alegre, más vital. Luis es un chico sorprendente de talento, pero también de oscuridad”, definió Graciela Borges. Con el film de Ortega, la actriz seguirá afianzando su relación con una nueva generación de directores locales que comenzó a hacerse fecunda con La ciénaga, de Lucrecia Martel.

A diferencia de Caja negra, ópera prima de Ortega, Monobloc contó con una producción importante, en fílmico y con escenas rodadas en estudios y algunas locaciones del Gran Buenos Aires. “Monobloc –definió su director– evidencia el desgarro entre el lugar y los seres que lo habitan. Somos el mundo, pero no nos reconocemos en él, y todo nos habla de un misterio extraño, en un lenguaje enigmático, pero preciso. Dudar sería inútil.” La puesta es teatral, situada en un monoambiente asfixiante con una ventana que no da a ningún lado, una monotonía alterada solamente por los encuentros sexuales de la Nena (Carolina Fal) y las transfusiones de sangre a la que se somete Perla (Borges). “La tormenta que se presenta es el convivir con esa sensación real de eternidad, y la precisión mortal de la carne”, sigue Ortega. En el origen fue la propia Borges, entusiasmada con Caja negra, la que convocó al cineasta y a Carolina Fal para escribir el guión. “Tiene historias muy entrañables y sórdidas a la vez”, explicó, sobre esa rutina de interior, desempleo, alcohol y enfermedad. “Monobloc –agrega Ortega– es un mundo fuera de la historia y, sobre todo, de cualquier marco sociopolítico. Sin embargo, los personajes y sus vidas están brutalmente atravesados por la historia de la humanidad. Y esas relaciones enfermizas, imposibilitadas por una fuerza mayor, son engendros de nuestra sociedad política.”