El mes pasado, integrantes de Cultura Unida se dirigieron a la Agencia Gubernamental de Control. Denuncian que muchos de los inspectores que vienen clausurando espacios desconocen la ley. Por eso, sacaron número en la Agencia y terminaron tocando canciones con el acompañamiento de la gente que esperaba ahí. La clausura del Teatro del Perro, que es un teatro independiente y, por ende, está sujeto a otra ley que tiene sus años, revela, de algún modo, que la existencia de una ley no termina de ser una garantía. “Pero ahora el sector es mucho más fuerte, el vínculo va a cambiar”, sostiene Demián Adler, de Vuela el Pez. Este es uno de los aspectos al que habrá que poner atención a partir de las posibilidades que la ley habilita. “Y ahora la tarea es ir por una ley de fomento de la actividad cultural”, sostiene Pablo Ferreyra, quien también menciona una ley para los músicos callejeros como una deuda de la Legislatura porteña. Esta última es una lucha que viene expresando en las movilizaciones Cultura Unida. “Daremos la pelea por redistribuir recursos orientados a la promoción de la cultura”, coincidió Lorena Pokoik (FpV). Sucede que la Ley de Centros Culturales no remite a cuestiones económicas. Esta podría ser la pelea que se viene.