La mayor sorpresa de la entrega de los globos de Oro fue la aparición de Prince, que no se había anunciado a los medios. De perfil últimamente bajo, el hombre que volvió a ser Prince subió al escenario promediando la entrega, para presentar el Globo de Oro a Mejor Canción Original. Con corte afro, anteojos de sol y un bastón de ciego de luxe (era de pedrería plateada), Price no disimuló una sonrisa cuando abrió el sobre y vio que los ganadores eran sus hermanos de raza, los rappers Common y John Legend, premiados por el tema Glory, de la película Selma. El genio de Minneapolis, a quien se veía de buen talante, se limitó a presentar el premio de modo bastante lacónico, sin comentarios al margen. Tal vez no haya terminado de procesar la pequeña conmoción que le causó la ovación con la que fue recibido. La mayor de la noche, la bienvenida al Príncipe incluyó gente de pie. Los mejores momentos cómicos de la velada fueron dos. Uno estaba más o menos escrito y fue el speech que hizo Ricky Gervais, corrosivo creador de The Office y Extras. Gervais, que cuando presentó los globos de Oro, en 2010, llevó su acidez hasta el extremo de lo tolerable, se presentó con aire conciliador, con una copa de tinto en la mano. “No me van a escuchar decir que todos ustedes son unas celebridades ricas y llenas de privilegios... mientras la gente que nos mira desde sus casas quiere creer que ustedes son mejores que ellos, y que no cometieron... actos inmorales... muchos de ellos ilegales... pero ya sabemos que la gente famosa está por sobre la ley.” El segundo gran momento cómico fue espontáneo y lo protagonizó Jeremy Renner. Le tocó presentar a una de las ternas junto a Jennifer López, cuyo escote dejaba ver más de lo que tapaba. A la hora de abrir el sobre, López dijo que lo abría ella, porque tenía uñas. “Sí, y también tenés los globos”, remató Renner, súbitamente convertido en una suerte de Alberto Olmedo de Beverly Hills.