TEATRO
Como los espectáculos del circuito comercial, El hombre lobo también cuenta con un equipo de producción, además del equipo artístico. Pero, en este caso, se trata de una productora independiente, Silva Producciones, una de las primeras empresas argentinas creadas con el fin de “profesionalizar la producción teatral independiente”. En diálogo con Página/12, Pablo Silva, productor, director, docente y co-responsable de la productora, cuenta cómo es este trabajo que pareciera estar circunscripto a la calle Corrientes, y habla de por qué decidió apoyar este proyecto.
–¿Cómo es producir en el circuito independiente?
–Imposible (risas), por eso nadie lo hace y prácticamente estoy solo hace veinte años. De todos modos, a la franja en la que laburo yo la denomino semiindependiente. Trabajo con gente que tiene muchos años de experiencia y que ya tiene trayectoria o ha llegado a lugares importantes dentro de su profesión, pero haciendo productos más cercanos al teatro independiente. O sea, trabajo por lo general con cooperativas y en producciones acotadas. Económicamente no estoy ni cerca de lo que es el teatro comercial. Trato de elegir de acuerdo a mi criterio artístico, porque me llega, sin exagerar, una propuesta por semana. Si en el teatro independiente se estrenan 700 obras por año, cien me las ofrecen. Pero la productora tiene una estructura pequeña y no tengo capacidad operativa para poder responder a esa cantidad. Me convocan desde Patricio Contreras hasta tres chicas que están haciendo su primer espectáculo infantil en Morón. Entonces tengo que privilegiar mi decisión artística.
–¿Cuáles son los criterios artísticos que toma?
–Muchas veces elijo porque hay personas que me interesan que están involucradas en el proyecto, ya sea por trayectoria o por admiración. Cuando te llama alguien a quien conocés de admirarlo, que sabés cómo piensa y cuya visión artística de la vida te interesa, no podés menos que decirle a todo que sí, cuando quiera y donde quiera. Fue el caso de Leonor Manso, que me llamó el año pasado y obviamente lo acepté. De todos modos no me importa la fama, no me interesa que sean actores de televisión ni nada. Me interesa el teatro por el teatro, no otra cosa. No trabajo con alguna parte que podría ser económicamente más rentable, pero priorizo otra cosa. Por eso hago muchos espectáculos de texto y de poesía. Me interesan especialmente los autores, además.
–¿Y qué le atrajo específicamente de El hombre lobo?
–La temática me pareció una locura. Además Rovner es un autor que me parece que toma grandes riesgos, y este caso no era la excepción. Y me parecía que tomar un icono como el hombre lobo podía generar la creación de un universo que estuviera bueno, y que creo que es lo que pasa en la obra. Por último, coronó la idea el hecho de trabajar con Alberto Lecchi, que es un tipo al que admiro, así que me cerraba mucho el proyecto.
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