Entre caníbales no sólo aborda en su trama la cuestión política sino que además posará una mirada sobre la violencia de género, a partir de la violación que sirve como disparador para la trama de venganza. ¿Creen que las ficciones hacen un aporte valioso a la conciencia de estas problemáticas?

B. V.: –Sin dudas, guardando las proporciones. Entre caníbales es una ficción que termina de cerrar el público. Es un programa que no subestima al público, que invita a pensar, que pretende hacer reflexionar además de entretener. Claro que hay humor, amor y suspenso, pero la trama toca también el femicidio, el abuso y la problemática de género. Ese es el otro gran tema que tiene esta tira. La violencia de género es una realidad espantosa en Latinoamérica, que nos duele a todos.

J. F.: –Uno de los grandes problemas de las víctimas de la violencia de género es la soledad, la imposibilidad de compartir sus tormentos con alguien. Las mujeres siguen estando en riesgo, aun cuando se avanzó en materia de contención social. Pero no puedo concebir que haya denuncias y alertas y que sin embargo muchas veces la Justicia o la policía no actúen con celeridad para proteger a la víctima. ¿Por qué hay que llegar a situaciones límites, a una muerte? La solidaridad, creo yo, es el valor que todos tenemos que poner en marcha para reconstruir los lazos comunitarios.

B. V.: –Una de las cosas más dolorosas es la indignación que provoca la impunidad frente al abuso. Tener la sensación de que nadie hace nada o que el sistema da la espalda. En el programa eso está muy fuerte porque el grupo político del que forman parte nuestros personajes fueron los responsables –en parte– de la violación. Son los hijos del poder, que veinte años después de la violación muestran desde los lugares en los que están su impunidad, su poder. La impunidad hace que el trauma explote aún más y la sed de justicia se convierta en venganza.