A contramano de los álbumes anteriores de Krygier, cuyos repertorios estuvieron más próximos al collage, Hombre de piedra representa no sólo un punto de inflexión en la obra del cantautor argentino sino la primera ocasión en la que compone sus temas para una misma intención artística. Eso coincidió con su deseo de bajar al plano musical su reflexión, inspirada por el documental francés Lascaux: El cielo de los primeros hombres, acerca del papel que juega el hombre en el universo. Así que este quinto trabajo de estudio devino en un disco conceptual, en el que un monstruo de pies grandes recorre la humanidad a través de canciones para las que prestaron sus voces Daniel Melingo y el belga Judah Warsky. Aunque Krygier redimió el heraldo musical latinoamericano a lo largo de su obra, en Hombre de piedra hizo especial énfasis en la universalidad. Por lo que este álbum, en sintonía con el imaginario que lo inspiró, irradia una banda de sonido caleidoscópica que oscila entre ese lounge de cine clase B del tema que titula a este trabajo y el dubstep blusero (brebaje que sólo él es capaz de concebir) de “Invitame”. Al tiempo que saca provecho de la espalda que le brindan sus músicos para consumar viejas deudas: con el rockabilly en “Tiempo y tierra”, con el spaghetti western en “Mosquito”, y hasta con su pasado al invocar el dance en “Lo tendré que adivinar” o la alegría balcánica en “Changarín”. Una fantástica, delirante y necesaria road movie sobre las paradojas de la civilización.