Ocurrió ayer tras la mesa tal vez más “internacionalista” del foro, en la que participaron el secretario privado del presidente de Ecuador, Galo Mora –de notable intervención–; el estadounidense John Beverly; el ministro de Gobierno de Bolivia, Hugo Moldiz, y el politólogo español Juan Carlos Monedero. Y antes de que los pensadores y militantes criollos José Pablo Feinmann, Hernán Brienza, Eduardo Jozami, Hugo Yasky y Dardo Scavino debatieran –con Luis Bruschtein como moderador– sobre un ítem que pone al foro en su propia perspectiva histórica (Pensar la Argentina entre Bicentenarios). Entre ambas instancias, Ricardo Forster y el mencionado Monedero se trenzaron en un diálogo abierto y enriquecedor.

Con el teatro repleto, una vez más, y con el foco puesto en la situación griega, los avances neoliberales a ambos lados del Atlántico, las perspectivas históricas, los recientes procesos populares en América latina, la crisis en España y la definición de populismo, el filósofo argentino y el fundador de Podemos entrecruzaron miradas y perspectivas. “La respuesta del pueblo griego abre la posibilidad de una Europa mediterránea capaz de rebelarse a la hegemonía neoliberal, que es mucho más que un dominio económico. Decir no es enfrentarse a un poder despiadado y el caso griego abre una nueva escena, porque si la respuesta hubiera sido el sí al chantaje, tanto para España u otros países de Europa como para América del Sur iba a ser un duro golpe”, planteó Forster, sobre el primer eje de la charla.

Monedero, a su turno, empardó contextos mirando a los medios hegemónicos (“A los pueblos de España y Argentina nos insultan igual El País que Clarín, entonces ese ataque nos hace sentir iguales”), y siguió con su mirada sobre la experiencia en el “viejo” continente. “Estamos pagando el precio de que las luchas de ayer son las conquistas del mañana, y así hemos ido perdiendo posiciones. Se controlan los medios de comunicación, se vacían las universidades para que no haya gente crítica, en fin, el modelo neoliberal lleva cuarenta años con una idea clara e imponiéndose. Y la gran mentira es que nosotros caímos en la ensoñación de que los derechos sociales y políticos eran irreversibles... desde el momento en que dejas de luchar por ellos, los pierdes. Eso es lo que América latina debería aprender de nosotros”, sostuvo el sociólogo español.

Forster, por su parte, redirigió la mirada hacia las experiencias emancipadoras en América latina. “Es fundamental romper la mirada brutal y prejuiciosa que el establishment mediático europeo ha construido sobre las experiencias en América. Y la palabra populismo es clave en este sentido: cuando uno utiliza el término populista, hay un reflejo que el progresismo europeo toma como herencias fascistoides, Le Pen, o algo por el estilo... como un término antidemocrático cuando en realidad, el populismo es la visibilidad de los olvidados, de los subalternos. Es el momento, por ejemplo, en que el primer peronismo les abre las puertas a los olvidados de la historia y los pone en el centro de la escena. Es algo que parte de la izquierda aún no ha podido revisar. Que Correa, Chávez o los Kirchner hayan sido ‘acusados’ de populistas es como una medalla de triunfo para estos pueblos. Reivindicamos el populismo porque va contra el sentido construido durante cuarenta años por el neoliberalismo”, expresó el filósofo, hacia el final del diálogo.

Tras él, y tomando a Manuel Ugarte como figura emblemática de las tradiciones políticas argentinas que hoy sintetiza el kirchnerismo (el nacionalismo popular y la izquierda progresista), Luis Bruschtein propuso un disparador ideal para que Feinmann, Jozami, Brienza, Yasky y Scavino expongan –dicho está– sus miradas bajo el ítem “Pensar la Argentina entre Bicentenarios”, hacia el cierre de esta edición.