La imponente Ballena Azul, llena hasta el límite, la recibió con una de las ovaciones más impresionantes que puedan imaginarse. Cuando Martha Argerich atravesó el escenario y saludó, parada junto al piano, una extraña mezcla de agradecimiento y emoción se apoderó de la sala. Argerich ejecutó el primer movimiento del Quinteto de Schumann. En la Ballena Azul, muchos de los que allí estaban, presumiblemente, nunca antes habían tenido ocasión de estar en un concierto de la pianista. Y el agradecimiento y la emoción eran también por ese auditorio de acústica ejemplar pero, sobre todo, por lo que allí sucede. Al cierre de esta edición, la pianista había tocado junto a un quinteto de cuerdas, también conformado por integrantes de la Sinfónica Nacional, un arreglo de “Tres minutos con la realidad”, de Astor Piazzolla, que fue ovacionado por los oyentes (entre los que se pudo ver a Estela de Carlotto, Teresa Parodi –quien le entregó un ramo de flores a Argerich– y Víctor Hugo Morales, por citar algunos). Después de la primera interpretación de Argerich al piano, tocó su amigo Eduardo Hubert, junto a integrantes de la Sinfónica Nacional y a dúo con Luis Bacalov, el compositor de la música de la película Il postino.

El acontecimiento artístico del año también pudo ser disfrutado por quienes no estaban en la Ballena Azul. Estaciones culturales de todo el país transmitieron el concierto de Argerich en el Centro Cultural Kirchner: la TV Pública emitió en vivo el espectáculo, que también se pudo ver en doce salas de distintas provincias, pertenecientes al Plan Nacional Igualdad Cultural y Espacios Incaa.