Selva Almada empezó a escribir una novela o cuento largo. “Enero Rey es un ex policía de pueblo muy dejado, descuidado, que un día limpiando el arma medio en pedo se voló un dedo y le dieron un retiro muy joven; esos tipos que están jubilados a los 40 años. Y no trabajó más. A Enero le encanta pescar –anticipa la escritora–. La historia ocurre en una isla del Paraná, adonde va a pescar con un amigo de toda la vida, que es el Negro, y con Tilo, el hijo de un amigo que se murió cuando el nene era chiquito, entonces ellos son un poco los tíos y los que lo inician en la vida masculina. No sé mucho más que esto, que es una historia de hombres. Hay otra historia, que todavía no sé si se va a desarrollar aparte, de unos chicos de la ciudad con un velero, los pibes chetos que van a pasar el fin de semana en el río Paraná, son tres chicos y dos chicas. Y una de esas chicas, que Enero Rey ve nadando, desaparece. La empecé después de Ladrilleros, pero surgió Chicas muertas, que no lo tenía escrito, entonces suspendí la escritura. Después volví, lo releí y no me gustó el tono porque me parecía similar a Ladrilleros y no me quería repetir. Empecé a buscar otro tono el año pasado, pero viajé un montón y dí un montón de clases y todo eso me quitó el espacio y la energía para avanzar”.