CINE › CHRIS ROCK FUE EL MASCARóN DE PROA DE LA ESTRATEGIA
En la noche del domingo, pareció que la Academia había llevado a cabo una leva masiva de gente de color, para contrarrestar la campaña #OscarsSoWhite, que se extendió por las redes en cuanto se supo que este año no había ni un solo negro nominado.
› Por Horacio Bernades
“Estimada/o Sra/Sr: Si actuó Ud. alguna vez en un film de Hollywood y el color de su piel es más subido que el bronce, queda invitado a participar de la próxima entrega del Oscar, el domingo 28 de febrero en el Dolby Theatre, ocupando alguna de las butacas de la platea o en calidad de presentador.” Viendo la cantidad de afroamericanos presentes el domingo pasado en la 88ª ceremonia de entrega de los premios de la Academia, daba la sensación de que los organizadores habían llevado a cabo una leva masiva de gente de color, para contrarrestar la campaña #OscarsSoWhite, que se extendió por las redes en cuanto se supo que este año no había ni un solo negro nominado. Rápida de reflejos y exhibiendo gran astucia política, la Academia de Hollywood se convirtió en su principal atacante, convocando al morocho Chris Rock como maestro de ceremonias, rociando las instalaciones del Dolby Theatre de gente de color y dando vía libre a toda clase de declaraciones políticas de tono subido (con perdón por la alusión), que convirtieron a la 88ª ceremonia en una de las más politizadas que se recuerden.
Los monólogos de Rock fueron devastadores, alcanzando momentos de pura genialidad cómica (las propuestas para incorporar negros a las películas de este año, con uno en el lugar del oso de El renacido, por ejemplo), algunos de enorme agudeza (“en Hollywood son todos muy liberales, te discriminan como en una hermandad de campus universitario”), otros lindantes con lo intolerable (“en otros tiempos nuestros mayores tenían preocupaciones más urgentes que la de protestar contra la discriminación de Hollywood: bajar a la abuelita que colgaba de un árbol podía ser una”) y otros letales (“si el puesto de conductor hubiera sido por votación, en mi lugar hubiera estado Neil Patrick Harris”). Pero ojo, que ninguno de los morochos y morochas que subieron al escenario para presentar ternas (entre muchos otros Morgan Freeman, Quincy Jones, Angela Bassett, Pharrell Williams y Michael B. Jordan, protagonista de Creed) dijeron una palabra sobre el asunto, en una tácita ley de compensaciones que, otra vez, dejó en manos de los blancos temas variados de la agenda política: el calentamiento global para Leo Di Caprio, el abuso sexual para el vicepresidente Joe Biden, las advertencias contra Donald Trump & Cía para el realizador Adam McKay, y así sucesivamente.
Hubo, sí, un indicio frontal y directo de que la Academia tomó nota de la gaffe cometida, y tratarán de que no se repita. La presidenta de la institución, Cheryl Boone Isaacs (que es mulata, para más datos), señaló que es necesario practicar cambios en las reglas de la institución, y que sus miembros deben esforzarse más para estimular una mayor diversidad en la industria. “Nuestra audiencia es global y rica en diversidad y nuestra industria también debe serlo”, señaló frente a la audiencia del Dolby Theatre. El 22 de enero pasado el diario Variety, publicación especializada en la industria de Hollywood, informó que algunos de esos cambios ya se pusieron en práctica. Tres nuevos miembros se agregaron a los 51 que integraban hasta ahora el comité organizador, con la intención de que para el año 2020 el número de mujeres y miembros “diversos” duplique el actual. A su vez se limitará la capacidad de voto de los miembros que no se hayan mantenido activos en la industria durante una década, medida tendiente a reducir el peso de los carcamanes.
¿Garantizan esta medidas una mayor participación de afroamericanos en la industria? No da la impresión. Falta color no sólo delante de cámara, sino también en los sillones de mando. “Es más fácil para un afroamericano llegar a ser Presidente de la Nación que presidente de un estudio de Hollywood”, dijo Spike Lee, en un video reproducido en la ceremonia, y Cheryl Boone Isaacs levantó esa apuesta en vivo, instando a que la cosa no quede sólo en palabras. ¿Es sólo color lo que está faltando? Un reciente estudio de la Facultad de Comunicación y Periodismo de la Universidad del Sur de California da cifras concluyentes en el sentido de que falta diversidad sexual, de género, de minorías y hasta etaria, tanto en cine como en televisión. En casi medio centenar de películas y series analizadas, sólo un tercio de personajes con diálogo eran mujeres, menos del 30 por ciento pertenecían a minorías y de los personajes de 40 años o más, 3/4 eran hombres y sólo el cuarto restante, mujeres. Apenas un 2 por ciento de criaturas con diálogo eran homosexuales, bisexuales o transexuales. Aquí es donde la asunción del cantante Sam Smith como homosexual en el Dolby Theatre cobra no sólo un valor especial, sino quizás un sentido profético. ¿No habrá llegado la hora, el año próximo, de una campaña #OscarsSoStraight?
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