Domingo, 15 de mayo de 2016 | Hoy
CINE
¿Qué le resulta más fácil, escribir o dirigir?
–Dios, en realidad es una sola cosa y lo mismo. No pienso demasiado en eso. Dirigir es más divertido, más comunitario. Me gusta, me gusta estar con un montón de gente y tratar de originar algo, hablar sobre los personajes, sobre la narración de historias... ahí es cuando el trabajo se siente vivo. Pero tenés que hacer la parte de escribir, es algo que va de suyo: tenés que dedicarle ese tiempo. Cada etapa de la realización de películas es importante mientras te estás dedicando a ella, con lo que paso buena parte de mi tiempo tratando de definir cómo contar la historia. Tengo todas estas historias e ideas, pero el asunto es cómo contar. Usualmente tengo un bosquejo. En la primera versión de Boyhood ya sabía el final incluso antes de escribirlo, pero tenía como 180 páginas. Era todo, y cubría su primer año de universidad. Era muy desmadejado, demasiados deportes, demasiada escuela; un montón de material divertido. Pero me di cuenta que no funcionaba para ese film. Y de todos modos era demasiado largo, con lo que lo comprimí en mi parte favorita de la película, el fin de semana en el que él va por primera vez a la escuela. Así fue como se reestructuró el guión, entre la primera y segunda versión.
–¿Tiende a reestructurar mucho los guiones?
–No, no mucho. Usualmente los tengo bastante delineados. Eso fue raro para mí, realizar una reconceptualización muy grande después de escribir. Por lo general, para el momento en que estoy escribiendo ya lo tengo casi totalmente mapeado.
–Entonces, la “trilogía del amanecer” estaba...
–Sí, estaban todos muy estructurados. Siempre tuve el final antes incluso de... suelo tener todo delineado.
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