Hace dos años, la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) donó a distintas federaciones y clubes de la colectividad italiana radicados en la Argentina más de 15.700 libros de cultura general. Eran ejemplares que la casa de estudios había recibido del gobierno de la región de Liguria y la empresa Olivetti, gracias a una campaña impulsada por Oreste Valente en su país.

El actor italiano encaró después otra misión relacionada con la inclusión. Fue de la mano ni más ni menos que del papa Francisco, a quien conocía desde sus tiempos de obispo, por vínculos que su padre tenía con curas argentinos. En su celular, Valente tiene guardada una foto con el sumo pontífice: a un año de convertirse en papa, en un evento en el Vaticano, Bergoglio lo llamó y le encomendó otra misión en la Argentina, para los jóvenes que habitan las villas y los barrios más vulnerables.

Valente comenzó, entonces, otra hermosa tarea, que quiere dejar registrada en un documental: talleres de teatro en diferentes barrios de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, en escuelas y en espacios cedidos por los curas villeros. Se trata de entre doce y quince encuentros de tres horas en cada lugar; el actor se ocupa de las primeras clases y vuelve después para el cierre. En el medio, trabajan otros docentes. Tanto los sacerdotes como la Universidad de la Matanza están detrás de la iniciativa. En esta casa de estudios, Valente participará de una cátedra que lleva el nombre de Inclusión.

“Me encanta la inteligencia de la gente de acá. Está acostumbrada a relacionarse con las crisis. Hay mucha determinación, inteligencia y soluciones concretas. Me encanta la profundidad: se llega al centro de las cosas. La gente está acostumbrada a saber que el arte y la cultura son instrumentos de vida”, reflexiona Valente.