TEATRO › SOBRE EL EXITO DE TERRENAL
Mientras sirve el té, Kartun cuenta una anécdota vinculada a su obra Terrenal. Pequeño misterio ácrata, en la que recrea el mito bíblico de Caín y Abel, y hace referencia al menú vegetariano que los organizadores de una función especial prepararon para agasajarlo a él y a los miembros del elenco. Y el comentario hecho al pasar hace que sea inevitable preguntarle por ese tanque teatral que resquebrajó la lógica del teatro independiente y que en su tercer año en los escenarios agota las entradas de sus cuatro funciones semanales en el Teatro del Pueblo.
–¿Esperaba el éxito de Terrenal?
–Cuando se habla del fenómeno del éxito siempre me veo obligado a hacer algún tipo de aclaraciones, porque a los artistas se nos juzga por aquello que decidimos o podemos mostrar, y si lo podemos mostrar es porque ya, de alguna manera, es un éxito. Llegar a estrenar algo ya es un éxito, siendo que la enorme mayoría de los textos que se escriben no se estrenan nunca. Lo que nadie puede ver es que para llegar a ese proceso, uno atraviesa una sucesión de fracasos, porque empezás a escribir una cosa y no le encontrás la vuelta, y la tenés que dejar por la mitad, o porque terminás de escribir algo, pero se lo leés a alguien que te dice que no está bueno, porque armás el elenco y se te desarma, etc. Cuando faltaba un mes y medio para estrenar esta obra, junté a todo el elenco y le planteé que disolvía el proyecto, porque los resultados no estaban a la altura de lo que estábamos esperando. Pero luego, en lugar de disolver el proyecto, pedimos a la sala que nos esperara tres meses más, nos pusimos a trabajar de nuevo y el material salió.
–¿Por qué cree que es una puesta tan vista?
–Creo que toca algo que tiene que ver con el espíritu de la época, porque me han pedido que la tradujera al italiano y al catalán, por ejemplo. Pero si se me pide mayores precisiones sobre esto, no podría darlas, pero no porque no pueda sino porque no quiero hacerlo, porque intentar descubrir cuáles son los atributos de un material, te hace correr el riesgo de que cuando te sientes a escribir otro quieras reproducirlo. Son siempre casos únicos, y ese es el gran atractivo del trabajo artístico. Lo único que uno adquiere como artista es el oficio. Pero nunca vas a tener la receta, y si creés tenerla es peligroso.
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