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Domingo, 18 de septiembre de 2016

CINE

“Live at the Hollywood Bowl”

Era la figurita que faltaba en el amplio arco de reediciones de la discografía Beatle. Editado en 1977, The Beatles at the Hollywood Bowl era más bien un documento, un testimonio de los shows ofrecidos por la banda el 23 de agosto de 1964 y el 19 de agosto de 1965. El mismo George Martin expresaba sus dudas sobre el material en las notas originales del disco: “Aquellos que tuvimos la suerte de estar presentes en un concierto –en Liverpool, Londres, New York, Washington, Los Angeles, Tokyo, Sydney, donde fuera– sabemos cuán asombrosas, cuán únicas eran sus performances. No era solo la voz de The Beatles; era la expresión de los jóvenes del mundo. Aquellos que se preguntan por qué tanto ruido, este disco les dará una pequeña pista. Es un pobre sustituto de la realidad, pero es lo que hay”.

Años después, el heredero Giles Martin tuvo la preciosa tarea de tomar las cintas originales y algunas grabaciones mágicamente rescatadas, para darle forma al álbum que oficia de soundtrack para la película de Howard. No fue magia, pero se le parece: la tecnología del siglo XXI hace que aquello que era apenas tolerable en el disco original encuentre ahora un retrato más ajustado. Que se pueda escuchar a The Beatles en vivo, aun con el omnipresente telón de fondo de miles de gargantas en representación de “los jóvenes del mundo”. La lista de trece canciones es un adecuado recorrido por el repertorio del grupo en la era previa a Revolver, con números inevitables como “Twist and shout”, “A hard day’s night”, “She loves you”; momentos de puro rock’n’roll como “Dizzy Miss Lizzy”, “Roll over Beethoven” y el incendiario final del “Long tall Sally” de Little Richard, y los matices encerrados en canciones que se alejaban de ese canon como “Ticket to ride” y “Things we said today”. Operando como un DeLorean musical, produce una curiosa sensación escuchar a Lennon presentando como lo más reciente a “Help!”, esa canción que ya expresaba las presiones de semejante vida.

Pero el nuevo Live at the Hollywood Bowl se realza aún más con cuatro bonus tracks, dos de cada cita californiana. La temporada 1964 aparece representada por “You can’t do that”, que había sido lado B de “Can’t buy me love”; el megahit “I want to hold your hand”, obviamente, dispara otra oleada de alaridos sin control. De la presentación de 1965 se rescatan dos temas de Beatles for sale: Lennon presenta como “a slow number” (“una canción lenta”) el 6X8 de “Baby’s in black”, mientras que el rock puro y duro reaparece con la revisita al clásico de Carl Perkins “Everybody’s trying to be my baby”. Al cabo, los 43 minutos que ofrece la figurita que faltaba en el catálogo Beatle remasterizado son un verdadero festín, el disfrute que produce la certificación de que, sí, Lennon, McCartney, Harrison y Starr no solo fueron magos en el estudio sino también una banda de músicos que supieron ser, antes que nada, feroces animales de escenario.

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