A veces, parece contrastante relacionar el universo de los pensadores europeos con el mundo surero, el del gaucho, la soledad de la pampa y sus paisajes. ¿Encontró algún nexo que no dividiera en dos ambas pasiones?

–Sí, porque este canto viene de más atrás del Martín Fierro, que es una especie de síntesis magistral pero posterior al gaucho, ese personaje oscuro que la historia se ocupó de suprimir, cuando la Campaña al Desierto lo aniquiló con sus rifles Remington. Ese hombre iletrado, analfabeto, hijo ilegítimo del español, que no tenía nada en medio de una sociedad injusta y represora, fue capaz de lograr una transculturación, como llama Levi Strauss. Strauss dice “cuando el avasallado opone lo mejor de su cultura al avasallador, se forma una nueva cultura”. Eso es lo que hizo el gaucho, pese a ser un paria social. Hasta ahora, que yo sepa, ningún folklorólogo se ha ocupado de eso. El gaucho, además, sabía de una manera metafísica que estaba destinado a desaparecer... por eso, Borges dice tan bellamente que pasó por la historia sin saber que era la patria y sin embargo peleó por ella. Creo que de ahí viene esa onda de la filosofía de vida que se relaciona de manera determinante con la que hemos estudiado en los libros.