Domingo, 12 de noviembre de 2006 | Hoy
En el año ’59 della Paolera viajó a Estados Unidos para participar de una conferencia de la Unesco. El presidente de la comisión norteamericana era William Faulkner, por entonces ya Nobel de Literatura. El menú del almuerzo de recepción era “abominable” por lo que, apenas pudo, el argentino buscó un lugar “donde pudiera tomar un vaso de vino o whisky, ya que nos habían servido café con leche durante la comida”. Finalmente consiguió una barra donde acodarse con su copa. Al rato vio que se acercaba Faulkner. “No me sorprendió, ya que tomaba tanto que pasaba la mitad del año en estado casi comatoso. De todas maneras, quise hablarle de literatura, y sin embargo él me preguntaba cosas vinculadas a lo agrícola, como a qué distancia poníamos los postes de alambrado en las fincas argentinas. Yo no tenía la menor idea.” En un momento el Nobel percibió desconcierto en su interlocutor y le aclaró, en un inglés de fuerte acento sureño que Della Paolera imita cuarenta y siete años después: “¿sabe lo que pasa? En realidad yo no soy escritor. Soy solamente un granjero que disfruta escribiendo historias”. Della Paolera cierra contando que Borges siempre le decía, tentado de risa, “cuénteme, cuénteme otra vez cómo le dijo Faulkner...”.
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