Justicia a cualquier precio

“Si tenés al abogado apropiado de tu lado, tenés el sistema legal más grandioso del mundo.” Esa es la premisa de Ron Trott (encarnado por Victor Garber, recién salido de Alias), cabeza de una firma de abogados de Los Angeles encargada de lidiar con casos que llegan a la primera plana de los diarios. Trott y los suyos no tienen pruritos para manipular la opinión pública a través de la televisión, con tal de que sus clientes sean declarados inocentes... siempre que ellos estén convencidos en primer término. Y si hace falta recurrir a la química para eliminar rastros de drogas o convencer al acusado de mostrarse más cálido para ganarse al jurado, ¿qué problema hay? Uno de los elementos que destacan a Justice (miércoles a las 21, por Warner) es su dinámica casi de serie de acción, mucho más acelerada que lo habitual en los programas sobre juicios. Además del poderoso Jerry Bruckheimer, productor de la saga de CSI y de películas como Piratas del Caribe, entre quienes están detrás del programa hay alguien que conoce los tribunales desde adentro: el actor Jonathan Schapiro, quien antes de probar suerte como guionista de televisión ejerció como fiscal. R. C.

Un debut en la comedia

La selección de destacados, entre la multitud de estrenos del cable, suma a What about Brian (martes a las 22, por Sony), que es nada menos que el ingreso de J. J. Abrams (ver nota) en la comedia juvenil, pero si las edulcoradas Melrose Place o Beverly Hills 90210 proponían un mundo de cuerpos perfectos y cabezas huecas, puniciones para faltas morales y claras divisiones entre perdedores y gerentes comerciales de corporaciones, la serie de Abrams (como productor) rompe con las dicotomías, describe el conflicto del protagonista enamorado de la mujer de su mejor amigo en violación del tabú fraternal y utiliza la técnica que a esta altura ya es un sello autoral de Abrams desde Lost a Misión Imposible III: el flashback. Recuerdos recientes y no tanto se enlazan para dar cuenta de affaires que no llegaron a puerto (afirmando la fama de seductor compulsivo y problemático para compromisos) del tal Brian y para trazar las personalidades del grupo que es más pícaro, más ambiguo y menos previsible que otros del mismo género. Los fanáticos del productor encontrarán los temas que lo obsesionan: la vida en un grupo cerrado, la aparición de un perdedor bello, como si se invirtieran, por un ratito, las reglas publicitarias. J. G.