Luego de numerosas puestas y régies, Alberto Félix Alberto se dispone a encarar piezas cortas, de cámara, de apenas treinta minutos, para ofrecerlas en una función, reunidas de a dos, o tres a lo sumo. “Quisiera trabajar de manera más íntima con mi gente”, apunta este artista, cuya labor ha sido distinguida a nivel internacional. Entre las numerosas puestas hechas en la Argentina, otros países americanos y en Europa se encuentran la pionera (por varios motivos) En los zaguanes ángeles muertos; una espectacular versión de Lulú, y las más cercanas Elma Mut en la bañera; La parte del temblor; El heredero y Camas en el desierto. Dice que no abandonará la régie, “porque la ópera es fuente de trabajo, me produce placer, y porque el teatro independiente es pura pérdida económica”. Pero no se lamenta. Reconoce que ha aprendido algo valioso: “Tuve cosas que, creía, eran importantes, y desde hace unos años me he dado cuenta de que no lo eran. Ya no estoy esperando que me aprueben. Antes, mi autoexigencia era monstruosa. Ahora trabajo con mucha serenidad. Me exijo, pero estoy menos loco. No quiero pasar por la experiencia de los exámenes, que me producían tanta angustia que me doblaba en cuatro de dolor”.