–¿Cómo encaran una segunda película?

C.M.: –Yo estoy por empezar a filmar en febrero Una semana solos. Hay una situación que es radicalmente otra: experiencia propia, conciencia, mayor preocupación. Pero no sé si hay algo que no volvería a hacer. Yo no voy a dejar de aprender nunca: cada película te plantea desafíos narrativos diferentes.

G.L.: –Yo estoy empezando a escribir una película que espero filmar pronto. En realidad, yo trato de pensar en arriesgar lo que en la opera prima estaba contenido. En Judíos en el espacio elegí el cine de diálogo, que me gusta y que sentía que acá estaba muy maltratado. Eso me restringió un poco, así como me jugué en otras cosas como la cantidad de personajes, situaciones, diálogos. Creo que después de la primera podés ser más fluido, más suelto en la segunda.

C.M.: –¿En qué sentido?

G.L.: –Tal vez no sea tu caso, pero hay un montón de casos en la historia del cine en que la primera es más densa.

D.Y.: –Estoy empezando a escribir una película nueva, que será mucho más pequeña. Me planteo que los errores que cometí, que reconozco y que fueron muchos por ser la ópera prima, no se repitan. Y prefiero cometer otros. No voy a dejar de aprender nunca. Y eso es lo interesante de este asunto.