–¿Cómo es el espectador medio de El Periférico?

E. G. W.: –Suponemos que hay gente que se incorpora ahora al universo del teatro, porque conoce nuestras obras por referencias. Entre El hombre de arena (1992) y Máquina Hamlet (1995), me parece, se encuentra nuestra época de mayor vitalidad y producción. Y con ella se fue generando un público que nos acompaña. En general, nuestro público es de clase media, formado intelectualmente. Apuntamos a un espectador a quien le pedimos actividad, que domine algunos elementos que vayan más allá de las normas que rigen un teatro más convencional.

D. V.: –Nuestros espectáculos se consumen más con el sistema nervioso que con el raciocinio, como diría Francis Bacon. Tal vez, el público joven sea más propenso a buscar sensaciones nuevas.