“Vamos cuatro a uno”, dice Rubén Szuchmacher al considerar que esta puesta de Muerte de un viajante es la primera que él concreta sobre una obra de Miller, en tanto es la cuarta vez que Alfredo Alcón interpreta a un personaje del autor neoyorquino fallecido en 2005, a los 89 años: Alcón participó en las puestas de Las brujas de Salem, Panorama desde el puente, además de la misma Muerte de un viajante, bajo la dirección de Omar Grasso. En las otras puestas, Alcón fue dirigido por Agustín Alezzo y Carlos Gandolfo. Pero el actor conserva muy escasos recuerdos de las tres: “No tengo ningún registro del Willy Loman que estrené en 1978”. Apenas reconoce las motivaciones: “Uno hacía estas obras, no sólo por los textos en sí mismos, sino por las circunstancias que se estaban viviendo: en el caso de Muerte de un viajante fue la efervescencia del éxito en el deporte, cuando éramos tan derechos y tan humanos”, ironiza. “Y en la época de Onganía, se hizo Las brujas de Salem porque hablaba sobre la cacería de ideas”. Por su parte, comprometido desde sus comienzos con un teatro que busca la renovación, Szuchmacher confiesa haber dicho alguna vez que jamás dirigiría, precisamente, la obra que está por estrenar: “Pensaba que no era una obra para mí. En esa época yo creía que era un paradigma del naturalismo. Pero eran puros prejuicios, porque tiene una cantidad fascinante de costados para descubrirle”.